sábado, 23 de febrero de 2019

LA GUERRA DE MARRUECOS Y SUS CONSECUENCIAS PARA ESPAÑA


INTRODUCCIÓN Y CONTEXTUALIZACIÓN.

Aunque la presencia española en el norte de África se remonta a finales del siglo XV con la conquista de Melilla en 1497 por parte de los Reyes Católicos, la realidad es que, desde aquella fecha tan lejana, la presencia militar, la atención de las autoridades y el interés de la sociedad hacia esta zona habían estado llenos de altibajos, si exceptuamos la primera guerra de Marruecos (1859-1860) durante el reinado de Isabel II, una guerra que, por cierto, contó con gran apoyo social, al contrario que la que vamos a analizar.


Sin embargo, el desastre de 1898, que supuso la pérdida de las últimas colonias y del prestigio de España a nivel internacional, así como otras cuestiones que ahora analizaremos, producirían que a principios del siglo XX España volviera su mirada y su atención hacia Marruecos.

Es en estos momentos, a principios del siglo XX, cuando se lleva a cabo el reparto de África entre distintos países colonizadores europeos. En el caso de Marruecos, Francia comenzaba a realizar una penetración pacífica y, para evitar las suspicacias de Gran Bretaña, propuso a España en 1902 el reparto de Marruecos, en el que a España le correspondía la mayor parte norte marroquí, que España no aceptó. En 1904 se firma, con el respaldo de Gran Bretaña, el Tratado franco-español en el que Francia es mucho menos generosa con España. Más tarde, en la Conferencia de Algeciras en 1906, se reparte el territorio en dos zonas de influencia, una española y otra francesa. Finalmente, en 1912 se establece un Protectorado franco-español en el que a España le corresponden escasamente 21.000 kilómetros cuadrados, a ambos lados del Estrecho y un flanco sur por encima de la línea de Fez, de un total de 340.000.

LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE MARRUECOS.

La política colonial española respecto a Marruecos tenía la intención principal de recuperar el prestigio internacional perdido tras el desastre de 1898 y durante los primeros años se consiguió mantener la paz y un gasto militar reducido.

Sin embargo, las cosas cambiarían tras el desastre del Barranco del Lobo (1909), que inauguraría la segunda guerra de Marruecos (1909-1927), y que obligaría a España a incrementar drásticamente el presupuesto militar, lo que unido a las muertes de soldados españoles haría que la acción militar en Marruecos resultase cada vez más impopular entre la sociedad y desestabilizadora para la política peninsular, cuya situación se volvió especialmente crítica tras los disturbios políticos y sociales que tuvieron lugar a partir de 1917.

En este sentido, la guerra de Marruecos tendría grandes consecuencias para España, tanto a nivel interior como exterior, y en los acontecimientos históricos posteriores:

Una de las consecuencias sería la pérdida de popularidad de Alfonso XIII, gran defensor de la colonización marroquí y cuyo papel en el desastre de Annual (1921) deterioró enormemente su imagen ante la sociedad y en los debates parlamentarios.

El problema de Marruecos también contribuyó a deteriorar la relación entre los partidos y, como consecuencia, la inestabilidad del régimen, debido a la crispación que creaba su debate parlamentario, especialmente a partir del desastre de Annual.

Las diferencias en el ejército, dividido en dos corrientes, los junteros, que defendían la escala cerrada, y los africanistas, que defendían el ascenso por méritos, incrementaron cuando el gobierno de Canalejas aprobó en 1911 el ascenso por méritos y la derrota de Annual no hizo sino aumentar las diferencias entre ambos grupos.

Las consecuencias de la guerra también fueron nefastas para la economía. Tras el final de la primera guerra mundial, que había dado un respiro a la economía, quedó patente que la colonización marroquí absorbía cada vez más recursos, unos recursos muy escasos, por lo que el único beneficio era mantener cierto prestigio internacional.

Desde el desastre de 1898 la opinión pública era totalmente contraria a las aventuras coloniales, por lo que la Semana Trágica (1909) y el desastre de Annual (1921) hicieron que Marruecos se convirtiese en detonante de otras reivindicaciones políticas y sociales.
En relación con la repercusión internacional del conflicto, la dubitativa, desorientada y, muchas veces, equivocada política colonial española, desembocó en la opinión generalizada en el resto de países europeos de que España ya no era la potencia que fue.

CONCLUSIÓN Y REFLEXIÓN.

La guerra de Marruecos deterioró la imagen del monarca, aumentó las diferencias en el ejército y las desavenencias entre los partidos políticos, complicó aún más la situación económica y social del país, perjudicó la imagen de España en el exterior y, sobre todo, contribuyó a aumentar la distancia entre el régimen de la Restauración y la sociedad. Todo ello contribuiría a un clima regeneracionista que no se concretó, pero que sería causa directa del golpe de Primo de Rivera (1923) y, aunque más lejana, de la sublevación de julio de 1936 que dio lugar a la guerra civil española (1936-1939).

Bibliografía

Caballero Domínguez, Margarita. «La cuestión marroquí y su corolario de Annual como causa y consecuencia de la crisis del sistema restauracionista.» 219-242. Universidad Valladolid, 1997.
La Porte, Pablo. «Marruecos y la crisis de la Restauración 1917-1923.» Ayer, 2006: nº 63.



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