miércoles, 14 de junio de 2017

CONCILIO DE CONSTANZA


COMENTARIO


El Decreto de Frequens se corresponde con los acuerdos adoptados en la sesión XXXIX del Concilio de Constanza, celebrada en dicha ciudad el 9 de octubre de 1417. Este decreto está dirigido al Sumo Pontífice y cardenales, presentes y futuros, a los que se emplaza obligatoriamente a convoca concilios de forma periódica y en años concretos.

La idea principal del decreto es precisamente la convocatoria periódica de concilios, dedicando el primer párrafo a enaltecer la frecuente convocatoria de concilios.

Las ideas secundarias son varias y están relacionadas con los detalles de las convocatorias de los futuros concilios: se prevé que el siguiente concilio se celebre a los cinco años, el siguiente a los siete años y, en adelante, que se celebren cada diez años. Se podrán convocar concilios en un menor plazo si las circunstancias excepcionales lo requiriesen, pero nunca se deben exceder los plazos fijados para su celebración. El lugar de celebración de cada concilio debe quedar fijado en el concilio anterior, y tampoco se podrá cambiar de ubicación, salvo que las circunstancias lo requiriesen.

Con el retorno de Gregorio XI a Roma, tras el conocido como “cautiverio de Avignon”, parecía que todo volvía a la normalidad en la Iglesia. Sin embargo, tras el fallecimiento de Gregorio XI, se produjo una nueva crisis en la Iglesia, que se conocería como el “Cisma de Occidente”.

El cónclave eligió a un Papa italiano, Urbano VI, pero al poco tiempo de ser elegido el Papa adoptó una actitud despreciativa hacia sus compañeros cardenales. Esta actitud del Papa produjo que la mayoría de cardenales franceses decidieran darle la espalda y elegir un nuevo Papa, en este caso, Clemente VII, que retornó nuevamente a Avignon.

La Iglesia volvía a una situación que ya conocía, con dos Papas, pero esta situación, que ya era complicada, todavía tenía margen para empeorar, y empeoró. Ante esta coyuntura de beligerancia entre los dos Papas, un grupo de cardenales se reunió en Pisa y nombró un nuevo Papa, Alejandro V, que, en teoría, debía sustituir a los otros dos, pero no fue así y la Iglesia se encontró, en una situación rocambolesca, con tres Papas.

A partir de este momento, en esta caótica situación de la Iglesia, surgieron nuevas herejías que serían los antecedentes de la reforma luterana.

El emperador Segismundo solicitó la convocatoria de una Concilio que resolviera el Cisma de la Iglesia, que fue convocado por el Papa de Pisa, Juan XXIII. Sin embargo, tanto el Concilio como el emperador decidieron que los tres Papas debían dimitir para elegir un nuevo Papa, pero ni Juan XXIII, de Pisa, ni Benedicto XIII, de Avignon, estaban de acuerdo, por lo que fue Gregorio XII, de Roma, quien convocó definitivamente el Concilio de Constanza, que eligió como Papa a Martín V.

El Concilio de Constanza sirvió para acabar con el Cisma de Occidente y proclamar, por fin, un único Papa, que sería aceptado por toda la cristiandad pero, además, limitó los poderes del Papa e inauguró una época de celebración frecuente de concilios en la Iglesia, que servirían para actualizar el catolicismo, evitar herejías,…

El Decreto Frequens es fiel reflejo de la situación que se vivió en la Iglesia durante el Cisma de Oriente, ya que las medidas que propone o, mejor, ordena, están encaminadas a evitar que se vuelvan a producir situaciones tan rocambolescas como la que dio lugar al propio Concilio de Constanza.

El Decreto mismo adelanta en su primer párrafo la idea que presidirá los nuevos tiempos en la Iglesia: “La frecuente celebración de concilios generales es la principal labor de cultivo del campo del Señor, la que extirpa las zarzas, espinas y cardos de la herejía, de los errores y del cisma, corrige los excesos, reforma lo deformado y lleva a la viña del Señor hacia la abundante cosecha de la fertilidad; en cambio el descuido de aquéllos disemina y favorece éstos; en cambio el descuido de aquéllos disemina y favorece estos”, y recuerda la dramática situación vivida:  “El recuerdo de los tiempos pasados y la consideración de los presentes ponen estos hechos ante nuestros ojos”.

Y, a continuación, proclama la obligatoria celebración de concilios: “…por este edicto perpetuo establecemos, decidimos, decretamos y ordenamos que en lo sucesivo se celebren concilios generales…”, que servirán para que los cardenales puedan controlar y pulsar más de cerca y con mayor frecuencia el estado de la Iglesia.

El Papa ve limitados sus poderes en favor de los Concilios, que está obligado a convocar en los años y en el lugar que los cardenales hayan acordado en el Concilio anterior.

El Concilio de Constanza, que comenzó de forma tan “escandalosa” para la Iglesia, sirvió para acabar con el Cisma de Occidente, para pacificar la Iglesia y para sentar las bases de las reformas que vendrían en Concilios posteriores.


Bibliografía                               

J. Alberigo y otros [eds.], Conciliorum oecumenicorum decreta, cit., 438-439.
Traducción de Vicente Ángel Álvarez Palenzuela; (recuperado de https://temasdehistoriadelaiglesia.wordpress.com/2013/08/20/decreto-frequens-del-concilio-de-constanza-sesion-xxxix-9-de-octubre-de-1417/




viernes, 2 de junio de 2017

EL OBJETO FORMAL DE LA FILOSOFIA

INTRODUCCIÓN.


Comenzaré este trabajo haciendo una pequeña introducción sobre el significado del objeto formal de la filosofía, es decir, de su objeto de estudio para, más adelante, intentar encontrar respuestas radicales y profundas a las preguntas planteadas. Para comprender el alcance el objeto formal de la filosofía, hay que empezar diciendo que mientras que otras ciencias no tienen grandes dificultades para indicar cuál es su objeto formal, en el caso de la filosofía no es tan sencillo, ya que la filosofía se ocupa y se preocupa de todas las realidades o, como decía Aristóteles, del ente en cuanto que ente. Por lo tanto, la filosofía se preocupa de la esencia de todas las cosas y se pregunta, de forma radical, por todo lo que forma parte de la realidad, es decir, por el ente en cuanto que ente, por lo que es en tanto que es.

A lo largo de la historia, los filósofos se han preocupado de la esencia de la realidad que estaba a su alrededor y, finalmente, de la propia esencia del ser humano, de su forma de conocer, de su propia realidad humana, de su alma, de Dios,…

¿POR QUÉ EL OBJETO FORMAL DE LA FILOSOFÍA ES UNIVERSAL, NECESARIO Y EVIDENTE?

El objeto formal de la filosofía es universal, porque todo es real y, por lo tanto, su objeto de estudio sólo puede ser universal. Como ya se ha adelantado, el objeto de estudio de la filosofía es todo lo que es, es decir, todo lo que es real, y todo lo que es real, es.

Esta universalidad de la filosofía choca de frente con el ámbito, más particular, de otras ciencias que, como ya se ha dicho, tienen un objeto de estudio mucho más concreto y definido (la biología, la física, la química,…). Sin embargo, la filosofía, por ocuparse de todo lo real, también se preocupa por las preocupaciones de las demás ciencias, porque los objetos de estudio éstas, al fin y al cabo, forman parte de la realidad y, por lo tanto, también son objeto de estudio de la filosofía.

Pero, ¿debe la filosofía ocuparse de lo concreto de otras ciencias? Esta es una pregunta que, vista desde el punto de vista de otras ciencias, podría tener una respuesta negativa, pero que, en mi opinión, vista desde su propio objeto de estudio, la filosofía no puede mirar hacia otro lado, es decir, debe continuar haciendo su labor en todas las facetas de lo real, en cuanto real. Cuando la filosofía se preocupa, por ejemplo, del ser en cuanto ser del universo, no está invadiendo la parcela de la astronomía, sino que va más allá que ésta y se pregunta, de forma radical, por los motivos más profundos de la existencia del universo, ya que de la existencia de las estrellas y planetas ya se ocupa la astronomía.

El objeto formal de la filosofía es necesario, porque inevitablemente todo lo que es real no puede ser otra cosa que necesario, ya que no podemos pensar en nada que no sea real, así como tampoco puede algo ser real sin serlo.

Esta necesidad de la filosofía choca con la visión que existe en la actualidad de que la filosofía no puede ser necesaria si no tiene aplicaciones prácticas en la vida cotidiana del ser humano. Sin embargo, esa necesidad filosófica forma parte íntima de nuestra especie. Acaso, ¿existe algún ser humano que no se haya hecho preguntas radicales, es decir, filosóficas, sobre los motivos de su propia existencia? Yo diría que no, por lo que entiendo que la filosofía no sólo es necesaria, sino indispensable, e incluso iría un poco más allá, para afirmar que la filosofía satisface el conocimiento de las realidades más profundas de nuestra existencia.

El objeto formal de la filosofía es evidente, porque todo lo que es, tiene que ser.
Esta evidencia de la filosofía choca con la imposibilidad de demostrar científicamente sus afirmaciones, lo que podrían considerarse meras elucubraciones sin ninguna base científica. Siento esto así, porque, por poner un ejemplo, a día de hoy no es posible demostrar científicamente la existencia del alma, de Dios,…, pero ¿podríamos negar científicamente lo contrario? En la respuesta a esta pregunta se encuentra la evidencia de la realidad filosófica y del trabajo minucioso y metodológico del filósofo por encontrar las respuestas que los seres humanos nos hemos hecho desde el origen de los tiempos y que seguiremos haciéndonos, para satisfacción y felicidad de nuestro ser.

 CONCLUSIÓN.

He intentado demostrar en este trabajo la universalidad, la necesidad y la evidencia de la filosofía, concluyendo, como se ha visto, que se trata de tres características que son propias e inherentes a la filosofía. Es innegable el hecho de que en la actualidad la filosofía no pasa por sus mejores momentos y sería de mal filósofo negar esta realidad social. Sin embargo, al contrario de lo que muchos piensan, la filosofía no está pasada de moda, sino que es tan antigua y tan actual como lo somos los seres humanos. El pensamiento filosófico ha ido cambiando a lo largo de la historia, adaptándose a los nuevos tiempos y a las nuevas corrientes, y en muchos momentos ha sido la propia filosofía quien ha marcado el camino a seguir.


Pero la filosofía es mucho más, supone pensar, razonar,…, es decir, realizar las tareas más humanas ya que, en definitiva, la filosofía nos hace más humanos. Por lo tanto, es necesario provocar en las nuevas generaciones, imbuidas en la virtualidad de las redes sociales y de las nuevas tecnologías, la admiración perdida por conocer, por saber, es decir, por filosofar, ya que conseguirlo significa recuperar nuestra propia humanidad.