viernes, 20 de enero de 2017

NUEVAS TENDENCIAS MIGRATORIAS Y SUS EFECTOS SOCIALES Y CULTURALES EN LOS PAÍSES DE RECEPCIÓN


INTRODUCCIÓN.

Comenzaré por hacer una breve introducción sobre los procesos migratorios mundiales que, de forma global, se están produciendo en la actualidad y que tienen su origen en las desigualdades y carencias que existen en amplias zonas de nuestro planeta.



Estas migraciones están teniendo una gran influencia en las sociedades de los países de acogida, donde se están produciendo cambios para adaptarse a la nueva situación.

En primer lugar, hay que decir que estos procesos migratorios contemporáneos no se pueden estudiar ni comprender desde procesos migratorios del pasado, ya que los condicionantes del actual mundo globalizado son nuevos, por lo que no tenemos ejemplos anteriores de los que podamos echar mano.

Se trata, por lo tanto, de un proceso migratorio nuevo, diferente a los anteriores, que está afectando en gran medida, tanto a las sociedades de los países de acogida, como a las de los países de procedencia. La gravedad de las situaciones que se pueden producir en un futuro hace necesario profundizar en el análisis de estos procesos migratorios para poder tomar medidas y evitar problemas que ya se están empezando a producir.

A partir de los datos de que disponemos y de las experiencias, pocas pero ilustrativas, se han elaborado doce tesis que nos ayudarán a comprender los procesos migratorios actuales y poder evitar así los problemas que se avecinan.

LAS DOCE TESIS SOBRE INMIGRACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL.

1.- Estamos ante un proceso migratorio de grandes dimensiones, en el que están involucradas multitud de personas, que se produce de forma muy rápida, es decir, estamos ante un proceso extenso, por el número de personas implicadas, e intenso, por la rapidez e intensidad con que se produce.
Además, en la mayoría de las ocasiones se produce de forma descontrolada y tiene grandes efectos sobre las sociedades de acogida y de procedencia. Otra característica de este proceso migratorio es su internacionalidad, aunque también existen movimientos migratorios interiores, pero de menor impacto.
Es importante reseñar que si las tasas actuales de inmigración continúan a este ritmo, producirán en pocos años la saturación de las sociedades de acogida.

2.- Aunque las actuales migraciones tienen su origen en problemas económicos y sociales, sin embargo, no responden a lógicas laborales establecidas, sino a dos factores, uno de expulsión del país de procedencia  y otro de atracción del país de acogida. Es decir, por una parte los inmigrantes se ven forzados a emigrar de sus países de origen por la mala situación económica y social que están sufriendo, y por otra parte ven los países de acogida con la esperanza de que en ellos podrán empezar una nueva vida en un país en el que presumen que tendrán mayores posibilidades de trabajo y de vida.
Por lo tanto, la dinámica de los procesos migratorios actuales va más allá de las demandas laborales que existen en los países de acogida, no pudiendo explicarse desde el mercado laboral, por lo que la adopción de medidas de índole laboral en los países de acogida no mejoraría la situación.

3.- Tenemos que tener en cuenta que la mayor parte de las experiencias migratorias actuales se están produciendo de forma muy rápida, por lo que en la mayoría de los casos no existen contratos laborales previos, es decir, se están produciendo sin respetar los cauces legales establecidos.
La consecuencia es que la inmigración ilegal está adquiriendo gran importancia, y si no cambian las circunstancias económicas, estos procesos migratorios continuarán produciéndose e intensificándose de forma descontrolada.
Además, cuando estas situaciones se producen en las zonas fronterizas entre los países de acogida y de procedencia, son un factor muy poderoso, que aumenta a medida que aumentan las desigualdades entre ambas sociedades.

4.- El aumento de estos procesos migratorios, especialmente cuando se trata de inmigración ilegal, está produciendo procesos de exclusión social de los inmigrantes en los países de acogida, es decir, la saturación de la oferta en los empleos que habitualmente realizan los inmigrantes está produciendo el aumento del paro entre los inmigrantes, lo que inevitablemente provoca la aparición y el aumento de la economía sumergida.
Además, la continua llegada de inmigrantes en condiciones de necesidad está produciendo la saturación de los servicios sociales del país de acogida, que debe ser cubierta ampliando los presupuestos en políticas sociales.

5.- El aumento de los trabajos que se realizan de forma irregular, en el que los trabajadores inmigrantes están dispuestos a trabajar a cualquier precio, está produciendo, por un lado una mayor precariedad laboral, y por otro lado que determinadas actividades económicas se realicen con menores costes laborales.

6.- Estos efectos están dando lugar a una sociedad más dividida, en la que aparece un nuevo tipo de ciudadano, el inmigrante, situado en la parte baja de la sociedad y expuesto a procesos de exclusión social por parte de los ciudadanos de la sociedad de acogida.

Las sociedades de acogida están sufriendo un proceso de transformación que está modificando los mercados, la estratificación de la sociedad y el propio concepto de ciudadanía y, además, la precariedad y la irregularidad laboral están dando lugar a procesos de exclusión social y marginación de los inmigrantes.

7.- Todos estos factores de los procesos migratorios están produciendo también efectos sobre la política del país de acogida, ya que en estas sociedades se está reavivando el rechazo de los inmigrantes y están empezando a producirse casos de xenofobia y racismo, lo que está siendo aprovechado por ciertas ideologías políticas para ganarse adeptos entre los descontentos con la política migratoria. Los partidos políticos racistas y xenófobos están encontrando, y en algunos casos aprovechando muy bien, esta situación de descontento.

8.- Otra característica de los procesos migratorios actuales con relación a los pasados es que los inmigrantes no están interesados, ni quieren, integrarse plenamente en la sociedad de acogida. Esto se debe por una parte a que los países de origen de los inmigrantes son diferentes, y por otra parte a que los que llegan no tienen voluntad de integrarse en la sociedad occidental de acogida. La inmigración trasatlántica del siglo XIX y principios del XX tenía como uno de sus objetivos conseguir una nueva ciudadanía, pero en la actualidad ya no es así.

9.- Los actuales problemas de integración de los inmigrantes deben considerarse, por un lado como un proceso incompleto y por otro lado como algo que tiene problemas añadidos como los conflictos étnico-culturales, que van en aumento.
Además, los atentados terroristas islamistas, lugar de origen de muchos inmigrantes, están produciendo la desconfianza en la sociedad de acogida.

10.- Otro factor a tener en cuenta es el aumento de los delitos y encarcelamientos de inmigrantes  en los países de acogida, lo que, independientemente de la honradez de muchos de ellos, está creando en la sociedad de acogida una imagen muy crítica del inmigrante, que no ayuda en nada a la convivencia.
Estamos por lo tanto ante una situación muy compleja y que ha llegado a ser un gran problema para las sociedades de acogida.

11.- En esta situación, las previsiones dicen que tendrá lugar un aumento de los flujos migratorios de los países pobres a los ricos y que si no se ajustan los procesos migratorios a las demandas laborales de los países de acogida tendremos mayores problemas en forma de xenofobia y racismo, saturación en los sistemas de asistencia social, aumento de la economía sumergida,...

12.- Por lo tanto, es muy importante comprender los actuales procesos migratorios como una cuestión global que nos concierne a todos.
Se hace necesario llevar a cabo políticas globales encaminadas a lograr un crecimiento económico globalizado que nos permita a todos compartir y convivir mejor en nuestro planeta.

CONCLUSIÓN.

Como conclusión, podríamos decir que las complejas características de los procesos migratorios que estamos viviendo en la actualidad (gran extensión e intensidad, factores de expulsión y atracción, aumento de la inmigración ilegal y de la exclusión social, mayor precariedad laboral, aumento del rechazo y de los movimientos xenófobos y racistas, la nula voluntad de integración, aumento de la delincuencia,…) provocarán en poco tiempo grandes problemas a las sociedades de acogida y estos problemas no se pueden combatir con políticas parciales, sino que, por tratarse de problemas globales, tienen que combatirse con políticas y actuaciones globales.

La cuestión es muy compleja, pero lo que es seguro es que no se soluciona levantando un muro o una valla, sino que es necesario llevar a cabo medidas, tanto en los países de procedencia como en los de acogida.

Por un lado, en los países de procedencia hay mucho por hacer, hay que levantar esos países para que sus ciudadanos no tengan que salir de ellos por obligación, para buscar trabajo o para buscar una vida mejor. Para ello, los gobiernos occidentales deberían ponerse de acuerdo para fomentar y facilitar la creación de empresas y, por lo tanto, de trabajo en los países de procedencia.

Por otro lado, sería conveniente ajustar las demandas de empleo de los países de acogida a los inmigrantes que llegan, con la intención de que todos tuvieran trabajo, lo que evitaría que se fomentasen las situaciones de exclusión social.

Por último, hay un gran trabajo por hacer a nivel educativo en ambas sociedades, para enseñarles a querer y a respetar las diferencias entre culturas.



lunes, 16 de enero de 2017

EL GOBIERNO DE MARGARITA DE PARMA Y LA REBELIÓN EN LOS PAISES BAJOS


INTRODUCCIÓN.

Antes de comenzar esta exposición es relevante señalar que Margarita de Parma  (1522-1586), fue hija bastarda del emperador Carlos V, fruto de una relación extramatrimonial con una dama flamenca llamada Johanna van der Gheist. Fue educada primeramente por una familia noble, aunque muy pronto Margarita de Austria, tía del emperador, y gobernadora en aquellos momentos de los Países Bajos, se hizo cargo de su educación.


Fue duquesa de Florencia y de Parma, y en 1559 Felipe II, su hermanastro, la nombró gobernadora de los Países Bajos, territorios que en aquellos momentos se encontraban envueltos en continuos conflictos religiosos entre católicos y protestantes y con unas autoridades locales que no aceptaban al nuevo monarca.

Margarita intentó gestionar esta situación lo mejor que pudo, utilizando para ello la diplomacia, pero finalmente Felipe II tuvo que enviar al Duque de Alba, con unos sistemas más expeditivos, para resolver los conflictos existentes.

En 1567 Margarita, que no aceptó de buen grado la llegada del Duque de Alba y sus métodos, presentó su dimisión como gobernadora de los Países Bajos, siendo sustituida por éste.

Aunque al acceder Felipe II al trono en 1556 la situación de los Países Bajos estaba controlada, la nobleza local no aceptó a un rey “extranjero”, que ni siquiera hablaba su idioma y, cuando en 1559 decide instalarse en Castilla, la situación no hizo más que empeorar. Es en este momento cuando Felipe II nombra a Margarita de Parma gobernadora de los Países Bajos y al cardenal Granvela como su Consejero personal en tierras flamencas.

Sin embargo, la política del monarca no fue aceptada por ningún grupo social. Por una parte, la nobleza quedaba excluida de los puestos de gobierno y de los  cargos más importantes y, por otra parte, la burguesía era maltratada por unos tributos cada vez más altos.

En estas circunstancias, aprovechando las corrientes religiosas de la época, los Países Bajos se rebelaron contra la Monarquía Hispánica y entraron en una etapa de conflictos y violencia que desembocaron en la guerra de Flandes, que duró nada menos que ochenta años (1568-1648),  con una pausa de doce años, acordada en la tregua de Amberes (1609-1621), y que finalizó con la independencia de los Países Bajos.

Lo que empezó siendo una revuelta contra la política económica y religiosa de Felipe II, acabó alcanzando, principalmente en su última fase, una dimensión internacional.

ANTECEDENTES.

Carlos V había creado en su momento la figura del Gobernador General para el gobierno de los Países Bajos, territorios que tenían el privilegio de que debían ser gobernados por el monarca o por alguien de su familia. Esta figura que estaba apoyada en tres consejos: el Consejo de  Estado, el Privado y el de Hacienda.

Cuando Felipe II accede al trono de los Países Bajos se encuentra con un territorio dividido en diecisiete provincias con grandes diferencias entre sí, prácticamente independientes unas de otras, con estructuras diferentes y cuya única institución común, además de la Corona, eran los Estados Generales, formados por representantes de las provincias y cuya función principal era servir de interlocución con el monarca. Por otro lado, en un estadio inferior se encontraban los Estados Provinciales, institución que servía a las provincias para articular políticas comunes entre sí.

Es entonces cuando Felipe II decide instalarse definitivamente en Castilla y dejar en el gobierno de los Países Bajos, de acuerdo con los privilegios adquiridos por estos territorios, a un familiar suyo, en este caso, a su hermanastra Margarita de Parma.

La recién nombrada Gobernadora General estaba apoyada y asesorada, como ya se ha dicho antes, por el Consejo de Estado, que estaba formado por representantes de la nobleza flamenca, y en el que Felipe II nombró como su representante personal al cardenal Granvela, que se convirtió, por lo tanto, en la persona más influyente sobre la gobernadora, perdiendo de esta forma influencia el resto de consejeros flamencos.

Éste, la pérdida de influencia de la nobleza flamenca en el gobierno de los Países Bajos, fue el motivo principal de los enfrentamientos entre Guillermo de Nassau, Príncipe de Orange, y el cardenal Granvela, que terminó convirtiéndose en un enfrentamiento entre nobleza y monarquía. A partir de este momento, el Príncipe de Orange pasaría a liderar la oposición contra el monarca español.

Como conclusión, podemos decir que este enfrentamiento produjo un alejamiento entre el monarca y el pueblo flamenco, que se vería aumentado por la lejanía del monarca, que nunca visitaba sus posesiones. No obstante, además de la lejanía del monarca, hubo otros motivos, como que la autoridad de la Gobernadora era limitada, que las decisiones reales tardaban casi siempre demasiado tiempo en llegar, etc.

Estas razones serían caldo de cultivo de los conflictos de los Países Bajos, que acabarían en rebelión contra el monarca y no tanto los asuntos religiosos, como se ha creído.

MARGARITA DE PARMA.

En esta situación, el talante de la Gobernadora de los Países Bajos fue siempre diplomática y dialogante con la nobleza flamenca, intentando llegar a acuerdos con ella para pacificar la situación tan conflictiva con la que se encontró nada más hacerse con el cargo, a pesar de que el monarca no se lo ponía nada fácil.

Un ejemplo de este talante de la Gobernadora se aprecia cuando Margarita convenció a Felipe II de la idoneidad de la retirada de los tercios viejos de Flandes, tropas que habían participado en campañas francesas y que continuaban permaneciendo en los Países Bajos, posiblemente más tiempo del  necesario. Mientras el cardenal Granvela era partidario de mantener las tropas en Flandes para evitar rebeliones, Margarita era partidaria de la retirada de las mismas, ya que éstas eran mal vistas por la nobleza flamenca. Finalmente, el monarca accedió a la retirada de las tropas en 1560.

Otro ejemplo de este talante de la Gobernadora es la carta que Margarita remitió a su hermanastro, Felipe II, el 13 de marzo de 1563, en la que pedía al monarca que retirase al cardenal Granvela del Consejo de Estado, para facilitar su diálogo con la nobleza flamenca. Finalmente, el monarca accedió a la retirada de Granvela en 1564.

Sin embargo, la situación de continuos conflictos continuó y poco a poco se fue convirtiendo también en una guerra religiosa que sirvió a grupos calvinistas como excusa para asaltar iglesias en agosto de 1566, llevando a cabo saqueos, quema de templos e incluso la persecución y asesinato de católicos.

La religión sirvió como excusa para lo que realmente era una rebelión política y social, y así se lo señalaba Margarita de Parma a su hermanastro Felipe II en una carta:

lo religioso no es más que el antifaz que enmascara otros objetivos como era verse libres del gobierno del rey español”.

Ante esta situación, en octubre de ese mismo año, Felipe II tomó la decisión de enviar a los Países Bajos a Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Duque de Alba, con los tercios españoles acantonados en Italia, para sofocar la rebelión. Sin embargo, el Duque de Alba llegaría a los Países Bajos en agosto de 1567, un año después de las revueltas iconoclastas de 1566.
Durante este tiempo la gobernadora, apoyada por la nobleza fiel al monarca, a la que pidió jurase fidelidad al rey, reclutó tropas y consiguió controlar la situación.

¿No lo veis...? ¡Exija que le aclaméis…!
En su mano brilla un cetro soberano:
es de España, es castellano“.

Sin embargo, la huida de los rebeldes a Inglaterra, Francia y Alemania, países que a partir de este momento apoyarían a los rebeldes, contribuyó a la internacionalización del conflicto.

Aunque en un principio el Duque de Alba no fue a los Países Bajos a sustituir a Margarita de Parma como gobernadora, los métodos expeditivos empleados por éste y la autoridad que el monarca le había otorgado, provocaron la dimisión de Margarita de Parma a finales de 1567, por lo que Felipe II nombró al Duque de Alba como Gobernador General en sustitución de su hermanastra.

CONCLUSIÓN.

Margarita de Parma fue una mujer que supo estar a la altura de las complicadas circunstancias que le tocó vivir como Gobernadora General de los Países Bajos, donde se encontró con conflictos de tipo político y social, que desembocaron en religiosos.

Por una parte, fue diplomática y dialogante cuando tuvo que serlo, y supo ver con claridad los problemas que se le presentaron, así como tomar las decisiones acertadas en la mayor parte de las ocasiones, aunque la tardanza de su hermanastro en responder a sus peticiones le complicaron mucho su gobierno en diferentes ocasiones. Se mantuvo firme en una situación complicada entre la monarquía española y la nobleza flamenca, entre el cardenal Granvela y el Príncipe de Orange, y supo salir airosa.

Por otra parte, fue dura e inflexible cuando tuvo que serlo, y tuvo la habilidad de ganarse a los nobles flamencos para su causa cuando la situación era desesperada.

Margarita de Parma ejerció un papel decisivo en la política española e internacional de su época y, como mujer, es posiblemente una adelantada a su tiempo, ya que supo ejercer, en soledad, un cargo de gran importancia en un momento crítico y en un mundo masculino. Sin embargo, me ha llamado la atención que en las fuentes que he utilizado para hacer este trabajo, en ningún momento se diferencia su gobierno de otros por ser mujer y eso se debe al buen trabajo que realizó, un trabajo que ningún hombre en sus circunstancias y con sus pocas armas podría haber realizado mejor que ella.

Bibliografía

Gallegos Vázquez , Federico. «Guerra de los ochenta años.» Revista Aequitas, 2014: 167-252.

Giménez Martín, Juan Francisco. Los tercios de Flandes. Madrid: Ediciones Falcata Ibérica, 1999.




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sábado, 7 de enero de 2017

LA GRAN TRANSFORMACIÓN DE LA FAMILIA ESPAÑOLA DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

INTRODUCCIÓN.

Comenzaré por hacer una breve introducción sobre los cambios producidos en la familia española durante la segunda mitad del siglo XX. Estos cambios guardan relación con las transformaciones producidas en nuestra sociedad, en primer lugar con el desarrollo económico e industrial iniciado en los años sesenta y, en segundo lugar, con la transición política hacia la democracia y su consolidación definitiva.



La familia española ha pasado en poco tiempo de un modelo de familia nuclear, que era prácticamente universal, a la coexistencia de varios modelos de familia, aunque en nuestro país este cambio no ha sido tan acusado como en otros países europeos.

Los cambios producidos en la familia han sido, tanto demográficos, como consecuencia de la reducción de la natalidad y de la salida de otros parientes de la familia, como de las relaciones entre sus miembros, de sus derechos, de sus comportamientos y actitudes,…

Además, han surgido nuevos modelos de familia, como las parejas cohabitantes, las familias monoparentales, hogares unipersonales, familias recompuestas,…

En definitiva, podemos decir que la familia española se encuentra actualmente en un proceso de adaptación a las nuevas condiciones económicas, sociales y culturales.

DE LA FAMILIA TRADICIONAL A LA DIVERSIDAD FAMILIAR.

Los cambios más importantes producidos en nuestro país, que han influido notablemente en los cambios de la familia española han sido, principalmente, de carácter demográfico: en primer lugar, por el desplazamiento del campo a la ciudad y a otros países europeos (emigración) y, en segundo lugar, por la llegada de inmigrantes de otros países. Como consecuencia de ello, la sociedad española pasó de ser rural a convertirse en urbana, industrial y tecnológica, lo que produjo la progresiva desaparición de la familia extensa característica de la sociedad rural española.

Aunque en el principio de este periodo las familias tienden a refugiarse en el núcleo familiar (familias nucleares), al finalizar el mismo se produce una tendencia a la baja, tanto en las familias extensas como en las nucleares.
En este periodo se produce una disminución del tamaño medio de la familia y un aumento de los hogares con tres o menos miembros, debido a la salida del hogar de otros miembros de la familia.
Durante este periodo se ha producido una disminución de la natalidad y, consiguientemente, una reducción del tamaño de la familia. Además, se ha producido un aumento en la edad media de la maternidad.

La reducción de la nupcialidad en este periodo ha provocado la aparición de nuevos modelos de familia. El aumento de la edad media para casarse influye también en el ciclo vital de la familia que, por lo tanto, se inicia más tarde.
Respecto a las relaciones sexuales prematrimoniales, éstas tienden a ser aceptadas y el matrimonio ha dejado, progresivamente, de ser el objetivo final del noviazgo. Se aprecia, además, un aumento considerable de los nacimientos extramatrimoniales y también de las familias monoparentales.

La caída de la natalidad es una decisión que se ha adoptado en el ámbito privado familiar, probablemente de mutuo acuerdo de los cónyuges.
Desde la instauración de la democracia, la mujer española ha podido conocer y utilizar los métodos anticonceptivos que ya se estaban empleando en Europa varias décadas antes.
La práctica del aborto o interrupción voluntaria del embarazo, en los tres supuestos que ampara la ley, no ha dejado de aumentar en los últimos años.

Consideraremos, en primer lugar, las relaciones de pareja (igualdad, afectividad, convivencia y conflictividad) y, en segundo lugar, las relaciones paterno-filiales:
Uno de los aspectos más importantes en el cambio de la familia ha sido la igualdad de ambos cónyuges. La incorporación de la mujer a los centros de estudio y a la actividad laboral, junto con un hogar más tecnificado y más sencillo de llevar han permitido la salida de la mujer de la vida doméstica, y esta nueva situación laboral de la mujer influye decisivamente en la maternidad.

Las relaciones de pareja dentro de la familia también han experimentado cambios importantes. Los cónyuges, en su mayoría, toman ahora las decisiones de forma conjunta. Actualmente se observa una mayor implicación del hombre en las tareas domésticas. Sin embargo, en general, la mujer, aun trabajando, continúa realizando en el hogar prácticamente las mismas tareas que antaño. Cuando la mujer trabaja necesita ayuda en las tareas domésticas, y esta ayuda llegar, principalmente, de la abuela materna. En general, la mayor parte de la ayuda llega siempre desde los padres de la mujer y, cuando se produce, de otros parientes femeninos. Esta ayuda es muy apreciada por la mujer que trabaja fuera del hogar y muchas de ellas no podrían trabajar sin ella.

En general, las relaciones entre los cónyuges en las parejas españolas son aceptables y comparten las actividades de ocio, los problemas personales, de trabajo, económicos, de los hijos,… Sin embargo, aunque en general existe satisfacción, también hay conflictividad, aunque sea en un porcentaje muy bajo.
Las separaciones y divorcios crecieron enormemente a partir de la aprobación de la ley, pero desde entonces su crecimiento se ha estabilizado. Los motivos de las separaciones pueden ser reales y legales, pero no siempre coinciden. Las principales causas son la infidelidad conyugal, el abandono del hogar y la conducta vejatoria, que desembocan en muchas ocasiones en el divorcio.

Las relaciones con los hijos también han mejorado notablemente en los últimos años, lo que ha propiciado que los hijos se instalen confortablemente en el hogar y no tengan ninguna prisa por abandonarlo, como sí ocurría antaño.
La política familiar ha cambiado desde la llegada de la democracia. En la etapa franquista la familia era la célula primaria de la sociedad, protegida por el Estado, y las leyes se orientaban a la defensa de la familia tradicional.

Las reformas producidas en la legislación civil han influido principalmente en los matrimonios civiles, que desde la llegada de la democracia han aumentado considerablemente respecto de los matrimonios religiosos.

Las reformas más importantes producidas en la legislación penal han permitido la comercialización de los anticonceptivos y la despenalización del aborto.

CONCLUSIÓN.

Como conclusión, podríamos hacer varias consideraciones sobre las tendencias actuales de la familia española, que me atreveré a comentar a continuación de las mismas:
Aunque en la sociedad española continúa prevaleciendo la estructura familiar nuclear o conyugal, al igual que en el resto de sociedades occidentales, actualmente se encuentra en fase de adaptación a la diversidad existente.

Las relaciones de pareja se han liberalizado, el noviazgo ha pasado a ser un tabú para las nuevas generaciones y la cohabitación se ha convertido en la nueva forma de relacionarse las parejas.

La secularización de la sociedad está produciendo que los matrimonios civiles estén ganando terreno a los religiosos.

Las nuevas familias tienden a tener menos hijos, a lo sumo dos y en muchos casos ninguno, y a tenerlos a una edad más tardía.

Los divorcios, aunque todavía limitados por cuestiones económicas y por la atención que hay que prestar a los hijos, también tienden a aumentar.

En definitiva, todas estas consideraciones hacen pensar que en los próximos años una mayoría de las familias tenderán a ser monoparentales, tanto por las mujeres y hombres que han decidido no casarse, como por los que ya se hayan separado.

Por otro lado, se encuentran los abuelos, la tercera edad, que pueden verse afectados por la tendencia a tener menos hijos y a dudar sobre si constituir o no una familia, y que pueden condicionar las relaciones entre padres e hijos.

Por lo tanto, las tendencias de la familia del futuro nos presentan una familia monoparental, con pocos hijos o ninguno, y con una estructura familiar diversa y compleja, en función de la diversidad social y cultural.

En mi opinión, las transformaciones más importantes de la familia española tienen que ver, principalmente, con los cambios sociales y culturales, que en España están acompañados del cambio de régimen que se produjo con la llegada de la democracia. Además, la globalización también tiene una influencia importante, ya que los cambios sociales y culturales que se producen en otros países son asumidos inmediatamente por nuestra sociedad.

En relación con la estructura familiar, la tendencia actual nos presenta un futuro con muchas pequeñas familias monoparentales y, por lo tanto, parece que las relaciones familiares también tenderán a desaparecer progresivamente.

Como se ha visto, en la actualidad la familia tiende a perder protagonismo en favor de la sociedad, del pensamiento universal, de la globalidad,…

Personalmente, tengo dudas de que esta nueva estructura familiar diversa y compleja que se nos avecina mejore nuestra sociedad, pero lo que es evidente es que va a ser diferente que la que hemos conocido.

La familia, al fin y al cabo, es el primer eslabón de la cadena de la educación de las generaciones futuras, por lo que creo que deberíamos estar atentos a los cambios que en ella se produzcan, porque todavía no sabemos cómo influirá en esas futuras generaciones una educación monoparental, que es el modelo de estructura familiar que se vislumbra en el futuro de nuestra sociedad, tan rica en tecnología, como pobre en humanidad.


viernes, 6 de enero de 2017

LA CONSTRUCCIÓN DE LAS DIFERENCIAS


INTRODUCCIÓN.

Comenzaré por hacer una breve introducción sobre el concepto de la construcción de las diferencias, que se encuentra relacionado con la identificación que hacemos los diferentes grupos de seres humanos entre nosotros para diferenciarnos de otros grupos de seres humanos.



El origen de estas diferencias entre grupos de seres humanos se encuentra en ciertas convenciones culturales y en ciertas relaciones sociales, que indican a los seres humanos que tienen ciertas características comunes con los seres humanos del mismo grupo y, por el mismo motivo, ciertas diferencias con los seres humanos pertenecientes a otros grupos sociales.

Estas identidades culturales, como la raza, el género, la etnicidad, la nacionalidad,…, por medio de las cuales se reconoce la pertenencia a un determinado colectivo son realmente etiquetas que hemos construido los seres humanos a lo largo de los años en una sociedad o en un grupo social determinado, son por lo tanto etiquetas artificiales.

Estas etiquetas de la identidad pueden utilizarse para estudiar y conocer en profundidad a los diferentes grupos sociales, pero también pueden ser un arma muy importante y valiosa para la movilización de la sociedad.

La mayoría de las identidades, como la identidad nacional, de clase social, religiosa y de género, tienen su fundamento en la cultura, es decir, en la propia sociedad. Sin embargo, la raza y el sexo tienen su fundamento en la naturaleza, es decir, son identidades de origen biológico, aunque hay que tener en cuenta que esta clasificación se hace desde el ámbito de lo cultural, lo que significa que las diferentes clasificaciones existentes tienen su origen en la diferente interpretación cultural que de ellas se hace.

Como se puede apreciar si profundizamos un poco, podemos distinguir dos procesos diferentes en la construcción de la identidad:

Por un lado, nos encontramos con un proceso de inclusión, de adición, que me atrevería a llamar positivo por su carácter incluyente, que consiste en identificar como iguales a los miembros del mismo grupo, es decir, a los que tienen la misma identidad.

Por otro lado, nos encontramos con un proceso de exclusión, de sustracción, que me atrevería a llamar negativo por su carácter excluyente, que consiste en establecer la identidad propia a partir del contraste de las diferencias con las identidades de otros grupos sociales o culturales.

En este sentido de la exclusión nos encontramos en la historia de la humanidad con diversos grupos sociales que han sido injustamente estigmatizados, es decir, señalados por sus coetáneos por el simple hecho de ser diferentes, por cuestiones como la nacionalidad, la religión, la raza,…

La estigmatización ya la utilizaban los griegos para marcar el cuerpo de las personas que habían cometido algún crimen o delito. Se trataba de una señal que permitía a los griegos identificar a estas personas para guardarse de ellas.

En la actualidad, este concepto se utiliza para identificar sociedades o grupos sociales que, por alguna razón, están minusvalorados. Estos grupos sociales (minorías étnicas, minorías sexuales, personas con discapacidad, personas con enfermedad mental,…) se encuentran estigmatizados en diferentes grados.

“Tengo dieciséis años y estoy desorientada; le agradecería que me aconsejara. Cuando pequeña estaba acostumbrada a que los chicos que vivían en la cuadra se burlaran de mí y no era tan terrible, pero ahora me gustaría tener amigos con quienes salir los sábados a la noche como las demás chicas, pero ningún muchacho me va a invitar, porque aunque bailo muy bien, tengo una linda figura y mi padre me compra lindos vestidos, nací sin nariz.
Me siento y me observo todo el día y lloro. Tengo un gran agujero en medio de la cara que asusta a la gente y también a mí; por eso no puedo culpar a los muchachos de que no quieran invitarme a salir con ellos. Mi madre me quiere pero se pone a llorar desconsoladamente cuando me mira. ¿Qué hice yo para merecer esta terrible desgracia? Aunque hubiera hecho algo malo, nada malo hice antes de cumplir un año, y sin embargo nací así. Le pregunté a mi papá; me dijo que no sabía; pero tal vez algo hice en el otro mundo antes de nacer, o quizá me castigaron por sus pecados. Eso no lo puedo creer porque él es un hombre muy bueno. ¿Debo suicidarme?”
Erving Goffman (Estigma, 1963).

La estigmatización social ha llegado hasta tal punto que, inconscientemente, identificamos a las personas por el color de la piel: si una persona tiene la piel más clara, con una clase social más alta, y, si es más oscura, con una clase social más baja.

“NOSOTROS, LOS HUMANOS” Y “LOS OTROS, LOS BÁRBAROS”.

Las relaciones entre ambos grupos, los que llamaremos “nosotros” y los que llamaremos “los otros”, pueden ser muy diferentes, y pueden ir desde el rechazo más acusado (heterofobia), hasta la más absoluta indiferencia, pasando por la admiración más considerada (heterofilia).

Como nos podemos imaginar, las relaciones entre las diferentes culturas son complejas, al igual que lo son las relaciones entre los grupos que conforman cada sociedad. Las relaciones no son matemáticas y pueden variar entre los mismos grupos en diferentes épocas, entre grupos de la misma sociedad, entre grupos de una sociedad con grupos de otra sociedad,…, y todo esto influenciado por la ideología, la cultura, la religión,…, de cada grupo y de cada sociedad. Esto ha producido complejas relaciones internas (de “nosotros” frente a “los otros”) y externas (de “los otros” frente a “nosotros”).

A menudo se producen manifestaciones de rechazo, más o menos violentas, más o menos sangrientas, entre “nosotros” y “los otros”, pero no es fácil discernir la tipología a que corresponden estas manifestaciones de rechazo (heterofobia).

Desde la más Antigüedad más remota se ha identificado a “los otros”, los que tenían costumbres diferentes, se vestían de forma diferente, tenían dioses diferentes,…, como “bárbaros”. Para los romanos, estas costumbres hacían de estos pueblos verdaderos “bárbaros”, principalmente porque los veían como pueblos culturalmente inferiores:

Las raíces tintóreas abundan: el olivo, la vid, la higuera, y otras plantas semejantes crecen cuantiosas en las costas ibéricas que bordean nuestro mar, y también en las del exterior. En cambio, las costas septentrionales ribereñas al océano carecen de ellas a causa del frío; en el resto del litoral, más que por negligencia de los hombres, que viven sin preocupaciones, porque dejan transcurrir su vida sin más apetencia que lo imprescindible para la satisfacción de sus instintos brutales. Si no se quiere interpretar como régimen confortable de vida el que se laven con los orines guardados durante algún tiempo en cisternas, y que tanto los hombres  como las mujeres de estos pueblos se froten los dientes con ellos, como hacen,  según dicen, los cántabros con sus vecinos. Esto, y el dormir en el suelo, en común...”
Estrabón, (Geografía, III, 4-17)

Por lo tanto, las manifestaciones de heterofobia responden a un proceso ideológico de autoafirmación de un grupo sobre otro, sobre el que se siente superior, y esta superioridad puede responder a diferentes motivos, que son principalmente culturales.
Estas manifestaciones no se producen de forma objetiva, sino que más bien se trata de etiquetas que hemos creado en nuestra cultura, es decir, se trata de prejuicios que nos llevan a crear estereotipos sobre “los otros”.

Cuando se produce la conjunción sistemática de estos estereotipos de “los otros”, se corre el riesgo de que se produzca la extensión de los conflictos y, como consecuencia de ello, la focalización de los mismos, lo que propiciará probablemente el empeoramiento del conflicto, con persecuciones dirigidas por líderes locales,…

Según el antropólogo singalés Tambiah, “la “focalización” desnuda progresivamente los incidentes locales de sus contextos particulares y la “transvaluación” distorsiona, abstrae y agrega estos incidentes a temas colectivos  y cuya importancia tiene más alcance desde el punto de vista étnico y nacional”.

La forma en que se justifiquen racionalmente estas manifestaciones violentas puede producir que el grupo estigmatizado sea segregado y quede en la más absoluta indiferencia, es decir, quedar como un grupo invisible, o puede ser considerado un enemigo en casa y, por lo tanto, quede excluido.

Todo esto está produciendo que en la actualidad aparezcan programas y dirigentes políticos y que proclaman la heterofobia, es decir, la exclusión de “los otros”, ante los que los gobiernos muestran gran tolerancia.

Según el antropólogo francés Levi-Strauss, existen de dos modelos ideales de sociedad: las que practican la antropofagia, es decir, las que absorben a “los otros” para neutralizarlos y aprovecharlos, y las que, como la nuestra, practican la antropoemia, es decir, las que expulsan a “los otros”, manteniéndolos temporal o definitivamente aislados de la sociedad.

En la actualidad, en la sociedad europea, que se encuentra altamente estratificada, la heterofobia, en su forma de xenofobia, se asocia a las relaciones con los inmigrantes que han llegado en los últimos años buscando trabajo, provenientes principalmente de países del este de Europa, África y Asia.

Sin embargo, a pesar de encontrarnos en el siglo XXI, estamos viendo cómo los estereotipos sobre “los otros” son los mismos que los del siglo XIX, que los estigmas no han cambiado prácticamente en nada, ni siquiera las palabras que utilizamos, y que, por desgracia, la sociedad actual sigue siendo tan xenófoba o más que antaño.

Por si fuera poco, por poner un ejemplo, el éxito electoral de Le Pen en Francia con un discurso de exclusión de “los otros”, está siendo rechazado por el resto de partidos políticos utilizando el mismo discurso de exclusión, en este caso a la inversa, contra los que apoyan a Le Pen, es decir, se contrarresta la exclusión con exclusión.
¿No estaremos echando leña al fuego?, ¿Tan poco hemos aprendido?

CONCLUSIÓN.

Como se ha visto, el proceso de autoafirmación de los “iguales” se produce mediante la etiquetación de “los otros”, con la creación de estereotipos, que muchas veces no tienen nada que ver con la realidad, y con la estigmatización de “los otros” mediante prejuicios culturales aprendidos, algunos de los cuales tienen miles de años y que están tan arraigados en nuestra cultura que muchas veces los aplicamos inconscientemente.
Para ello, se utilizan dos procesos, uno de inclusión de “nosotros”, de los iguales, y otro de exclusión de “los otros”, de los bárbaros, según hemos comentado.

También hemos visto cómo estos procesos de exclusión de los otros, pueden terminar en heterofobia y, a continuación, en su versión más violenta, la xenofobia.

Por último, hemos visto cómo se están produciendo actualmente en Europa movimientos de autoafirmación de la propia identidad de “nosotros” frente a “los otros”, en este caso los inmigrantes. Estos movimientos llegan en muchos casos a la violencia, a la exclusión, e incluso a la persecución,…, por cuestiones tan nimias como el color de la piel.

La sociedad ha avanzado tanto en tecnología, como tan poco en tolerancia, y ahora podemos ver por televisión e incluso por internet las mismas exclusiones que vivieron, por ejemplo, los moriscos en Granada o los indios en Norteamérica, todo un lujo.

Finalizaré este ensayo con una frase muy apropiada de Nelson Mandela que, como sabemos, pasó su vida sufriendo la heterofobia del hombre blanco contra su pueblo y de su pueblo contra el hombre blanco. Su mérito fue que supo ver las dos:

“Detesto el racismo, porque lo veo como algo barbárico, ya sea que venga de un hombre negro o un hombre blanco”. Nelson Mandela.


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