EL MUNDO ES REDONDO
Antes de comenzar este comentario es relevante señalar que
Francisco López de Gómara (1511-ca. 1566) es un sacerdote español nacido en
Gómara (Soria), que fue secretario y capellán de Hernán Cortés, así como cronista
de la conquista del Nuevo Mundo, en la que pudo acompañar al conquistador. Además
de Historia general de las Indias y conquista
de México (1552), obra dedicada en su primera parte a la conquista del
Nuevo Mundo (a cuyo principio corresponden los pasajes de este comentario) y en
su segunda parte a la conquista de México, Gómara escribió Anales de Carlos V, donde aparecen algunos datos de su
autobiografía, y De los hechos de los
Barbarrojas, donde narra la conquista española de Argel [1]. Gómara y su obra se
circunscriben al siglo XVI, una época en la que coinciden el pleno renacimiento
y el humanismo cultural con el descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo.
I.- El mundo es uno, y no muchos, como algunos filósofos
pensaron.
Los pensadores y filósofos de la Antigüedad pensaban que
había muchos mundos, porque, si todo era infinito, no tenía sentido que sólo
existiera un mundo: “parecía cosa fea y desproporcionada no haber en este
infinito más de un solo mundo”[2].
Más tarde, los pensadores cristianos medievales hablaban de
otro mundo, pero no en sentido físico: “Hizo el Altísimo este siglo para
muchos; y el otro, que es la gloria, para pocos”[3].
Por último, para Gómara, como para sus coetáneos, sólo
existe un mundo material, aunque en su obra, en ocasiones, habla de dos mundos:
“aunque creo que no hay más de un solo mundo, nombraré muchas veces dos aquí,
…, llamando nuevo mundo a las Indias”[4].
Esta era la primera pregunta a la que Gómara quería dar
respuesta. Hay que tener en cuenta que para el hombre de su época, el término
mundo se aplicaba al mundo conocido y, por ello, al que estaba más allá del
océano, se le llamó Nuevo Mundo.
II.- Que el mundo es redondo, y no llano.
Aunque algunos pensadores y filósofos de la Antigüedad pensaban
que la Tierra era plana, la realidad es que desde época antigua era conocida su
redondez, y más aún en época medieval. Para Gómara, por lo tanto, como para sus
coetáneos, ésta era una verdad conocida: “Muchas razones hay para probar ser el
mundo redondo y no llano. Empero la más clara y a ojos vistas es la vuelta
redonda que con increíble presteza le da el sol cada día”[5].
Como se ha visto, la respuesta a la pregunta sobre la
redondez del planeta ya era conocida, sin embargo, el descubrimiento de nuevas
tierras al otro lado del océano, acabó con cualquier duda.
III.- Que no solamente es el mundo habitable, más que
también es habitado.
Algunos pensadores y filósofos de la Antigüedad pensaban que
no todo el planeta se podía habitar, ya que tanto en las zonas demasiado
calientes como en las demasiado frías suponían que era imposible habitar, hasta
el punto que creían que sólo dos partes de cinco del planeta eran habitables:
“La causa que ponen para no poder vivir hombres en la región de los polos, y el
excesivo calor que hay debajo de la tórrida zona…”[6].
Sin embargo, este pensamiento no era generalizado y en la
posteridad se vería refutado por completo. Gómara llegará a decir: “y así, no
hay tierra despoblada por mucho calor ni por mucho frío, sino por falta de agua
y de pan”[7].
Como conclusión, esta época de los descubrimientos aumentó el
conocimiento humano, en la mayoría de los casos para dar por seguros conocimientos
de los que se tenían ciertas dudas y en otros casos para generar nuevos
conocimientos.
En el Renacimiento ya se sabe que el mundo (planeta) es uno,
redondo y habitable todo él, pero es importante resaltar que la mayor parte de
este conocimiento ya existía en la Antigüedad y que, junto con lo clásico, llegaría
al Renacimiento a través de la Edad Media, tantas veces denostada y ahora
reconocida su importancia en el conocimiento.
El descubrimiento del Nuevo Mundo aportó a la humanidad
varias características, tan importantes que desde este momento la humanidad ya
no volverá a ser la misma:
En el plano geográfico, el descubrimiento de nuevas tierras,
de otro continente, abrió, por una parte, una amplia gama de nuevos territorios
con los que comerciar y, por otra, acabó con la mentalidad anterior de que el
mundo terminaba en el océano conocido.
En el plano humano, el descubrimiento de nuevas razas y
nuevas sociedades, tan diferentes a las conocidas, dio una nueva dimensión al
ser humano.
Y, por último, en el plano espiritual, el descubrimiento
abrió un nuevo mundo que evangelizar, una serie de pueblos a los que adoctrinar
en la fe.
En definitiva, el descubrimiento de nuevas tierras hizo que
el ser humano del Renacimiento conociese que habitaba en un mundo más grande y
con más personas de lo que había imaginado, y eso lo hizo sentirse más humano y
también más pequeño.
[1] Eduardo Luis Feher, López de Gómara, el misterioso cronista de
la conquista de México, Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
[2] López de la Gómara,
Francisco. Historia general de las Indias,
(Biblioteca Miguel de Cervantes), 11.
[3] Gómara, Historia general de las Indias, 12.
[4] Gómara, Historia general de las Indias, 12.
[5] Gómara, Historia general de las Indias, 12.
[6] Gómara, Historia general de las Indias, 14.
[7] Gómara, Historia general de las Indias, 15.
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