Antes
de comenzar, es conveniente señalar la dificultad que entraña diferenciar entre
la filosofía, propiamente dicha, y la historia de la filosofía, es decir, la
acumulación cronológica de los pensamientos filosóficos a lo largo de la
historia de la humanidad. Desentrañar la influencia que los acontecimientos
históricos hayan podido tener en el pensamiento filosófico de cada momento histórico
no es una tarea fácil, aunque disponemos de textos de grandes filósofos, entre
los que cabe destacar a Kant y a Heidegger, que ya han pensado sobre esta
dificultad. Por ello, para realizar este ensayo nos centraremos en textos de
estos dos pensadores, con la intención de llegar a una conclusión que nos
permita conocer hasta qué punto el pensamiento filosófico es producto, o no, de
la historia de la humanidad.
Desde
el punto de vista del origen subjetivo del conocimiento, es decir, de cómo el
conocimiento puede ser logrado por el ser humano, Kant diferencia entre el
conocimiento histórico y el conocimiento racional, siendo el conocimiento
filosófico una especie de este último. Mientras que el conocimiento histórico
es un conocimiento acumulativo de datos, el conocimiento racional-filosófico es
un conocimiento de los principios de las cosas.
Desde
el punto de vista del origen objetivo del conocimiento, es decir, de la fuente
de la que emana lo que se conoce, Kant diferencia entre el conocimiento
racional y el conocimiento empírico. Mientras que el conocimiento racional, que
se adquiere por el uso de la razón, es
un conocimiento a priori, necesario y universal, que es objeto del saber
y conforma un todo articulado; el conocimiento empírico, que se adquiere por la
experiencia, es un conocimiento a posteriori, contingente y particular, que es
objeto del aprendizaje y conforma un todo acumulado.
La
cuestión entonces es saber si la historia de la filosofía, al igual que la
filosofía, es un conocimiento racional, en cuyo caso formaría parte de la
filosofía, siendo un todo articulado de saberes, cuyo conocimiento se adquiere
mediante el uso de la razón; o si, por el contrario, se trata de un
conocimiento empírico, en cuyo caso formaría parte de la historia de la
erudición, ya que la erudición, cuyo conocimiento se adquiere mediante la
experiencia, siendo un todo acumulado de conocimientos.
Si la
historia de la filosofía se corresponde con el conocimiento racional, entonces estaría
formada por juicios a priori, siendo un todo articulado de saberes, mientras
que si, por el contrario, se corresponde con el conocimiento empírico, la
historia de la filosofía estaría formada por juicios a posteriori y, en este
caso, sería un todo acumulado de experiencias, o lo que Kant llamaba una
“representación histórica de la filosofía”.
Por un
lado, la historia de la filosofía no puede proceder únicamente del conocimiento
racional, ya que en este caso sería propiamente filosofía y no historia de la
filosofía, no pudiendo ser objeto de aprendizaje, sino producto del uso de la
razón.
Por
otro lado, la historia de la filosofía tampoco puede proceder únicamente del
conocimiento empírico, ya que en este
caso no llegaría a encontrar su objeto de estudio, sino que únicamente sería
una acumulación de experiencias anteriores.
Por
este motivo, Kant llegaría a decir: “Todo
pensador filosófico edifica su propia obra, por así decirlo, sobre las ruinas
de otra; pero nunca se ha realizado una que fuera estable en todas
sus partes. Por eso no se puede en absoluto aprender filosofía, porque todavía
no la ha habido”.
Como se
puede apreciar, en la opinión de Kant la filosofía no existe sino únicamente
cuando es producto de la razón, aunque cuando el filósofo edifica su edificio
sobre las ruinas de otro, significa que, de alguna manera, el filósofo está
teniendo en cuenta las experiencias de otros autores, de cuya crítica, mediante
la propia razón, surge el propio edificio filosófico. Por ello, según Kant la
historia de la filosofía no es otra cosa sino la historia de la erudición.
Para
Kant, la acumulación de los pensamientos filosóficos a través de la historia de
la humanidad, por sí misma, no puede explicar el desarrollo de la razón: “Todo conocimiento histórico es empírico y,
por tanto, conocimiento de las cosas tal como son, no de que tengan que ser
necesariamente así. El conocimiento racional las representa según su necesidad.
Una representación histórica de la filosofía narra, pues, cómo y en qué orden
se ha filosofado hasta ahora. Pero el filosofar en un desarrollo sucesivo de la
razón humana y ésta no puede haber progresado ni aun comenzado por el camino
empírico y, en verdad, por meros conceptos”.
Kant
entiende que la historia de la filosofía no puede construirse fuera de la
propia filosofía, lo que le llevará a emplear la denominación “Historia
filosófica de la filosofía” para identificar a la historia de la filosofía. De
esta forma, la Historia filosófica de la filosofía contendrá juicios a priori,
necesarios y universales, pero no puros, ya que estos también dependen de lo
empírico. Además, esta Historia filosófica de la filosofía que propone Kant
permite, no solo pensar en lo que ha ocurrido en la filosofía anterior, es
decir, en las experiencias de filósofos pretéritos, sino que también permite
pensar, y por lo tanto razonar, sobre lo que ha debido ocurrir y sobre lo que pudiera
haber ocurrido.
En
definitiva, para Kant el proceso temporal en el que han aparecido a lo largo de
la historia los tres estadios del pensamiento filosófico mencionados
anteriormente, a saber, el estadio del dogmatismo, el del escepticismo y el del
criticismo de la razón pura, tiene su fundamento en la naturaleza misma de la
razón.
Para
Heidegger la verdad es histórica porque acontece en la propia historia, lo que
significa que para este pensador el historicismo tiene una influencia decisiva en
las ideas de los pensadores más contemporáneos, que tienen su punto de partida
en las ideas de los pensadores anteriores a ellos. En este sentido, Heidegger
se apoya en el pensamiento de Nietzsche y lo repiensa. Recordemos que para
Nietzsche la filosofía de Occidente tiene su punto de partida en Platón, que
manifiesta la existencia de dos mundos, el sensible y el suprasensible o
inteligible, siendo este último el mundo verdadero, en el que se ubican las
ideas, los ideales y los valores humanos. Por lo tanto, podemos hablar de un
pensamiento nihilista de Platón desde el momento en que está negando la
existencia del mundo sensible, que para él es simplemente una apariencia. Esta
negación del mundo sensible, que podríamos llamar nihilista, supone la
afirmación del mundo suprasensible, es decir, de la metafísica.
Este
nihilismo metafísico que ve Nietzsche en el pensamiento platónico es heredado
por Heidegger, pero este va más allá, afirmando que la metafísica es el nihilismo.
Heidegger
considera al mismo ser como histórico, como acontecer, como ser finito: “Pues pensar a la verdad como historia es
pensar a la historia de la verdad como la verdad misma, y esto ocurre en aquel
pensamiento que piensa el ser mismo como acontecer, como ser finito, y en esa
medida como su propia historia”.
Hasta
Heidegger no se había considerado a la verdad como histórica, lo que significa
que hasta el ningún otro pensador había experimentado la verdad a partir de la
historia del ser, donde el ser y el pensar son equivalentes.
Que la
filosofía es historicista para Heidegger, se puede apreciar con meridiana
claridad en este pasaje del texto de Debernardi: “La verdad que en el acontece (refiriéndose al pensamiento) puede tardar
mucho en hacerse realidad, pero al menos la historia del ser debería mostrar
que en el futuro no puede darse un retroceso en el pensamiento. A menos que el
inicio deba necesariamente resguardarse en el olvido una vez más, después de
haber sido desocultado”.
Por lo
tanto, la historia de la filosofía no es sino una acumulación de los pensamientos
filosóficos “alumbrados” a lo largo de la historia de la humanidad por los
filósofos.
Como
conclusión, de la lectura de los textos estudiados, se puede apreciar que Kant y
Heidegger pensaban, aunque de distinta forma, que tanto el momento histórico
como el pensamiento anterior influyen, en ocasiones decisivamente, en el pensamiento
filosófico de cada pensador y en cada época histórica.
En este
sentido, las palabras de Kant: “Todo
pensador filosófico edifica su propia obra, por así decirlo, sobre las ruinas
de otra…”, y las de Heidegger: “…pero
al menos la historia del ser debería mostrar que en el futuro no puede darse un
retroceso en el pensamiento”, muestran la misma idea de que los pensadores
leen a sus antecesores y proyectan su pensamiento, mejorándolo si cabe en lo
que su propia razón les permite.
Ciertamente,
a partir de lo estudiado, tengo la convicción de que la filosofía es hija de su
tiempo y de que el pensamiento filosófico de cada época histórica está influido
tanto por el pensamiento anterior como por las circunstancias políticas,
sociales, culturales…, de la época en la que vive el filósofo.
Por lo
tanto, la relación que existe entre filosofía e historia es muy íntima,
probablemente porque la filosofía no es algo que está fuera de su tiempo, sino
que al contrario, su intención última es abrir nuevas vías del conocimiento del
ser humano y encontrar soluciones a los problemas más íntimos de la humanidad
en cada momento histórico. Cuestiones como la ética, la moral, la belleza, la
metafísica…, han despertado siempre la curiosidad del ser humano, aunque se han
interpretado de forma diferente a lo largo de la historia de la humanidad. El
momento histórico y el pensamiento filosófico anterior determinan la metafísica
e incluso la forma que esta debe tener.
Por otro
lado, una filosofía alejada del ser humano no es propiamente filosofía, ya que
la filosofía se encuentra íntimamente ligada a la existencia y a las
preocupaciones humanas. Actualmente nos encontramos en una época histórica
dominada por la tecnología, que condiciona notablemente el pensamiento
filosófico, diría que cualquier tipo de pensamiento, pero incluso ahora, o
ahora más que nunca, es necesaria la filosofía, es necesario conocer, pero
sobre todo, es necesario tener apetito de conocer.
El ser
humano, el de antes y el de ahora, necesitan satisfacer su ansia de conocimiento,
y la filosofía se adapta a cada momento histórico, para responder a las
preguntas que siempre nos hemos hecho y que siempre seguiremos haciéndonos. ¡Sapere
aude!
Bibliografía
Debernardi C., Italo. «Heidegger y la superación de la
metafísica.» Universidad Viña del Mar, s.f.
Rovira, Rogelio. «Kant ante la verdad como hija del
tiempo.» Revista de filosofía. Editorial Complutense, s.f
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