Introducción
y contextualización: Ernst Friedrich Schumacher (1911–1977) fue un
intelectual y economista alemán que tuvo una influencia a nivel internacional.
Trabajó como Chief Economic Advisor para la National Coal Board de Gran Bretaña
durante dos décadas. Sus ideas se volvieron muy conocidas en la mayor parte del
mundo angloparlante durante la década de los setenta. Es bien conocido por sus
críticas a los sistemas económicos de Occidente y por su propuesta por una tecnología
descentralizada.
Schumacher nació en Bonn, Alemania, en 1911. Su padre era un profesor de economía política. El joven Schumacher estudio en Bonn y en Berlín, luego partió a estudiar a Inglaterra como un estudiante de “Rhodes Scholar” en “Oxford” en la década de los 30, y después fue a la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, logrando un diploma en economía. Se convirtió en economista, pero se dedicó al estudio de varias disciplinas en lo que hoy se denominarían estudios interdisciplinares. En 1966 fundó el “Intermediate Technology Development Group” (Grupo de desarrollo de tecnología intermedia), conocido ahora como Practical Action (Soluciones Prácticas para sus operaciones en Latinoamérica y el Caribe).
Schumacher nació en Bonn, Alemania, en 1911. Su padre era un profesor de economía política. El joven Schumacher estudio en Bonn y en Berlín, luego partió a estudiar a Inglaterra como un estudiante de “Rhodes Scholar” en “Oxford” en la década de los 30, y después fue a la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, logrando un diploma en economía. Se convirtió en economista, pero se dedicó al estudio de varias disciplinas en lo que hoy se denominarían estudios interdisciplinares. En 1966 fundó el “Intermediate Technology Development Group” (Grupo de desarrollo de tecnología intermedia), conocido ahora como Practical Action (Soluciones Prácticas para sus operaciones en Latinoamérica y el Caribe).
Su obra
“Lo pequeño es hermoso” está entre los 100 libros más influyentes publicados
desde la Segunda Guerra Mundial. El libro fue rápidamente traducido a varios
idiomas y reportó a Schumacher fama internacional, tras la cual fue invitado a
muchas conferencias internacionales y a universidades para dar charlas y responder
consultas.
Schumacher
escribe esta obra a finales de los años sesenta, cuando ya se empezaba a
atisbar en el horizonte que la sociedad capitalista y consumista que se había
creado no podría tener un futuro
halagüeño a largo plazo, por una parte como consecuencia de la utilización
exagerada de los medios de energía naturales, que no son eternos y, por otra
parte, por el reiterado error de concebir el consumo como el objetivo principal de la actividad económica,
por encima de otros objetivos más altos, como conseguir la mejora de la vida
del ser humano.
Resumen
de las ideas fundamentales: En “Lo pequeño es hermoso”, Schumacher
expone sus ideas, muy críticas por cierto, sobre la economía capitalista, cuyas
primeras consecuencias ya se empezaban a sufrir, y de cómo se deberían
reorientas sus objetivos, con el fin de ponerla al servicio del ser humano. Se
trata de llevar a cabo un uso adecuado de los recursos naturales, definiendo
los objetivos a alcanzar, que no pueden servir para empobrecer al ser humano en
pos de unos objetivos que no dejan de crecer.
Schumacher
enumera varios problemas relacionados con la economía capitalista:
Lo
primero que plantea Schumacher es la creencia que existe de que el problema de
la producción está solucionado, cuando en realidad no es así. Esta creencia,
según Schumacher, procede de la actitud del hombre occidental hacia la
naturaleza, una actitud por la que el hombre no se siente parte de la
naturaleza, sino que se cree un ser externo a ella cuya misión es dominarla y
conquistarla. La progresiva occidentalización del mundo está haciendo que esta
actitud, minoritaria a principios del siglo xx en Oriente, se esté extendiendo
a todos los países del mundo de forma exponencial.
Los
asombrosos inventos, tanto científicos como técnicos, que han ido apareciendo
en los últimos siglos han hecho crecer en el hombre occidental la idea de que
todo se está haciendo bien, cuando realmente no es así. El consumo descontrolado
del “capital natural”, es decir, de la naturaleza, está poniendo en peligro el
presente y el futuro de la humanidad.
Schumacher
también plantea como un problema la creencia que existe en el hombre occidental
de que la prosperidad económica es el principal fundamento para mantener la
paz. Según esta teoría, los países más ricos son los que más disfrutan de la
paz, pero aunque esto tampoco es así, se ha extendido la creencia de que la
continua carrera hacia la consecución del siguiente objetivo es la mejor forma
de conseguir la seguridad.
Respecto
al papel de la economía, el autor está convencido de que es necesario que los
economistas participen de una forma más activa en la sociedad, emitiendo
juicios sobre las consecuencias futuras de las políticas económicas de cada
etapa histórica.
El
mercado, para Schumacher representa solamente la superficie de la sociedad,
pero sin profundizar en la esencia de las cosas y en las circunstancias que hay
detrás de ellas.
Sin
embargo, una economía que fraternice con la naturaleza es posible y el budismo
lo ha demostrado: “El punto de vista
budista considera la función del trabajo por lo menos en tres aspectos: dar al
hombre una posibilidad de utilizar y desarrollar sus facultades; ayudarle a
liberarse de su egocentrismo, uniéndolo a otras personas en una tarea común, y
producir los bienes y servicios necesarios para la vida”.
Por lo
tanto, para el budismo el fin de la economía no debe ser conseguir el mayor
beneficio, sino mejorar la vida de las personas: “Si un hombre no tiene la oportunidad de obtener un trabajo se encuentra
en una situación desesperante, no simplemente porque carece de un ingreso, sino
porque carece de este factor de trabajo disciplinado que nutre y aviva y que
nada puede reemplazar”.
Sin
embargo, esta forma de entender la economía no es comprensible para el economista moderno, ya
que su forma de medir el nivel de vida está relacionada con el consumo anual,
llegando a creer firmemente que el ser humano que más consume es el que
disfruta de mejores condiciones de vida, cuando esto no es realmente así.
Le
economía moderna considera el consumo como su único fin, siendo sus medios los
factores de producción, es decir, la tierra, el trabajo y el capital. Sin
embargo, para la economía budista el objetivo principal debe ser satisfacer las
necesidades del ser humano, siendo el consumo un medio para conseguirlo, pero
nunca el consumo debe ser el objetivo. El objetivo debe ser siempre la mejora
de la vida del ser humano.
Uno de
los problemas que detecta el autor es la idea existente, principalmente en la
sociedad occidental, de que a mayor tamaño mayor prosperidad económica, lo que
ha dado lugar al crecimiento desmesurado de compañías e industrias. Aunque en
la realidad las pequeñas empresas han sido altamente prósperas durante años,
existe una tendencia al crecimiento exagerado. Sin embargo, paradójicamente,
dentro de estas grandes empresas se tiende a crear lo pequeño dentro de lo
grande, a la especialización.
Schumacher
se pregunta continuamente en la obra por los objetivos a los que debe aspirar
la economía, unos objetivos que nada tienen que ver con los que él conoce,
donde la terminología macroeconómica lo inunda todo, sin pensar en el ser
humano. Por ello, propone una sociedad más pequeña, en la que los términos
macroeconómicos no tengan lugar y en la que el objetivo principal de la
economía sea atender las necesidades del ser humano y del lugar donde habita: “¿Cuál es el significado de democracia,
libertad, dignidad humana, nivel de vida, realización personal, plena
satisfacción? ¿Es ése un asunto de mercancías o de gente? Por supuesto es un
asunto de gente. Pero la gente sólo puede ser realmente gente en grupos
suficientemente pequeños. Por lo tanto, debemos aprender a pensar en términos
de una estructura articulada que pueda dar cabida a una variada multiplicidad
de unidades de pequeña escala. Si el pensamiento económico no puede comprender
esto es completamente inútil. Si no puede situarse por encima de sus vastas
abstracciones, tales como el ingreso nacional, la tasa de crecimiento, la
relación capital/producto, el análisis input-output, la movilidad de la mano de
obra y la acumulación de capital; si no puede alzarse por encima de todo esto y
tomar contacto con una realidad humana de pobreza, frustración, alienación,
desesperación, desmoralización, delincuencia, escapismo, tensión, aglomeración,
deformidad y muerte espiritual, dejemos de lado la economía y comencemos de
nuevo”.
Como
solución para solucionar estos problemas que nos hacen tener una idea
equivocada de los medios a emplear y de los objetivos a conseguir, Schumacher
plantea varios recursos, entre ellos el más importante es la educación, una
educación adecuada que forme a las nuevas generaciones en hábitos de
conservación de la naturaleza y de
preocupación por conseguir la felicidad del ser humano, por encima del
consumo.
El
segundo recurso propuesto por el autor es el uso apropiado de la tierra y, más
concretamente, de la naturaleza que nos rodea que, al fin y al cabo, es el
lugar donde vivimos y que influye necesariamente en nuestra felicidad.
Se
queja el autor del uso y abuso de las fuentes de energía naturales, que se
terminarán agotando más pronto que tarde, lo que tendría una influencia nefasta
en el planeta.
Finalmente,
Schumacher plantea la situación del tercer mundo, donde la moderna tecnología
no ha sido capaz de sacar de la pobreza a sus habitantes, sino al contrario,
los hábitos consumistas occidentales no han hecho sino empeorar su situación.
Conclusiones: En
definitiva, Schumacher plantea en la obra una serie de reflexiones sobre el
deterioro de la naturaleza, de los valores humanos, del tiempo que dedican los
obreros al trabajo y al ocio, de la marginación social, de la pobreza…
Para
Schumacher la ciencia económica, por estar al servicio del ser humano, debe
servir para mejorar las condiciones de vida de la humanidad y de la
conservación del entorno donde habita, la naturaleza. El consumo, por lo tanto,
no puede ser el objetivo principal de la actividad económica, sino únicamente un
medio, mientras que los objetivos reales deben ser: la atención a los problemas
de todos los seres humanos, de que dispongan de un trabajo adecuado, de que
disfruten de un tiempo de ocio suficiente, de que vivan en condiciones medianamente
humanas…
La
educación es una de los recursos que propone el autor y muy posiblemente sea el
más acertado, aunque la tendencia actual no presagia nada bueno. No obstante,
todavía hay tiempo y cosas que podemos hacer: “En todas partes la gente pregunta: «¿Qué es lo que puedo hacer?». La
respuesta es tan simple como desconcertante: nosotros, cada uno de nosotros,
podemos trabajar para poner en orden nuestra propia casa. La orientación que
necesitamos para este trabajo no puede encontrarse en la ciencia ni en la
tecnología, cuyo valor depende en última instancia de los fines a los que
sirven; pero puede todavía hallarse en la sabiduría tradicional de la humanidad”.
Bibliografía
Schumacher, Ernst Friedrich. Lo pequeño es hermoso.
Madrid: Editorial Akal, 1973.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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