sábado, 26 de mayo de 2018

LO PEQUEÑO ES HERMOSO. ERNST FRIEDRICH SCHUMACHER.


Introducción y contextualización: Ernst Friedrich Schumacher (1911–1977) fue un intelectual y economista alemán que tuvo una influencia a nivel internacional. Trabajó como Chief Economic Advisor para la National Coal Board de Gran Bretaña durante dos décadas. Sus ideas se volvieron muy conocidas en la mayor parte del mundo angloparlante durante la década de los setenta. Es bien conocido por sus críticas a los sistemas económicos de Occidente y por su propuesta por una tecnología descentralizada.


Schumacher nació en Bonn, Alemania, en 1911. Su padre era un profesor de economía política. El joven Schumacher estudio en Bonn y en Berlín, luego partió a estudiar a Inglaterra como un estudiante de “Rhodes Scholar” en “Oxford” en la década de los 30, y después fue a la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, logrando un diploma en economía. Se convirtió en economista, pero se dedicó al estudio de varias disciplinas en lo que hoy se denominarían estudios interdisciplinares. En 1966 fundó el “Intermediate Technology Development Group” (Grupo de desarrollo de tecnología intermedia), conocido ahora como Practical Action (Soluciones Prácticas para sus operaciones en Latinoamérica y el Caribe).

Su obra “Lo pequeño es hermoso” está entre los 100 libros más influyentes publicados desde la Segunda Guerra Mundial. El libro fue rápidamente traducido a varios idiomas y reportó a Schumacher fama internacional, tras la cual fue invitado a muchas conferencias internacionales y a universidades para dar charlas y responder consultas.

Schumacher escribe esta obra a finales de los años sesenta, cuando ya se empezaba a atisbar en el horizonte que la sociedad capitalista y consumista que se había creado no  podría tener un futuro halagüeño a largo plazo, por una parte como consecuencia de la utilización exagerada de los medios de energía naturales, que no son eternos y, por otra parte, por el reiterado error de concebir el consumo como el  objetivo principal de la actividad económica, por encima de otros objetivos más altos, como conseguir la mejora de la vida del ser humano.

Resumen de las ideas fundamentales: En “Lo pequeño es hermoso”, Schumacher expone sus ideas, muy críticas por cierto, sobre la economía capitalista, cuyas primeras consecuencias ya se empezaban a sufrir, y de cómo se deberían reorientas sus objetivos, con el fin de ponerla al servicio del ser humano. Se trata de llevar a cabo un uso adecuado de los recursos naturales, definiendo los objetivos a alcanzar, que no pueden servir para empobrecer al ser humano en pos de unos objetivos que no dejan de crecer.

Schumacher enumera varios problemas relacionados con la economía capitalista:

Lo primero que plantea Schumacher es la creencia que existe de que el problema de la producción está solucionado, cuando en realidad no es así. Esta creencia, según Schumacher, procede de la actitud del hombre occidental hacia la naturaleza, una actitud por la que el hombre no se siente parte de la naturaleza, sino que se cree un ser externo a ella cuya misión es dominarla y conquistarla. La progresiva occidentalización del mundo está haciendo que esta actitud, minoritaria a principios del siglo xx en Oriente, se esté extendiendo a todos los países del mundo de forma exponencial.

Los asombrosos inventos, tanto científicos como técnicos, que han ido apareciendo en los últimos siglos han hecho crecer en el hombre occidental la idea de que todo se está haciendo bien, cuando realmente no es así. El consumo descontrolado del “capital natural”, es decir, de la naturaleza, está poniendo en peligro el presente y el futuro de la humanidad.

Schumacher también plantea como un problema la creencia que existe en el hombre occidental de que la prosperidad económica es el principal fundamento para mantener la paz. Según esta teoría, los países más ricos son los que más disfrutan de la paz, pero aunque esto tampoco es así, se ha extendido la creencia de que la continua carrera hacia la consecución del siguiente objetivo es la mejor forma de conseguir la seguridad.

Respecto al papel de la economía, el autor está convencido de que es necesario que los economistas participen de una forma más activa en la sociedad, emitiendo juicios sobre las consecuencias futuras de las políticas económicas de cada etapa histórica.

El mercado, para Schumacher representa solamente la superficie de la sociedad, pero sin profundizar en la esencia de las cosas y en las circunstancias que hay detrás de ellas.

Sin embargo, una economía que fraternice con la naturaleza es posible y el budismo lo ha demostrado: “El punto de vista budista considera la función del trabajo por lo menos en tres aspectos: dar al hombre una posibilidad de utilizar y desarrollar sus facultades; ayudarle a liberarse de su egocentrismo, uniéndolo a otras personas en una tarea común, y producir los bienes y servicios necesarios para la vida”.

Por lo tanto, para el budismo el fin de la economía no debe ser conseguir el mayor beneficio, sino mejorar la vida de las personas: “Si un hombre no tiene la oportunidad de obtener un trabajo se encuentra en una situación desesperante, no simplemente porque carece de un ingreso, sino porque carece de este factor de trabajo disciplinado que nutre y aviva y que nada puede reemplazar”.

Sin embargo, esta forma de entender la economía no es  comprensible para el economista moderno, ya que su forma de medir el nivel de vida está relacionada con el consumo anual, llegando a creer firmemente que el ser humano que más consume es el que disfruta de mejores condiciones de vida, cuando esto no es realmente así.

Le economía moderna considera el consumo como su único fin, siendo sus medios los factores de producción, es decir, la tierra, el trabajo y el capital. Sin embargo, para la economía budista el objetivo principal debe ser satisfacer las necesidades del ser humano, siendo el consumo un medio para conseguirlo, pero nunca el consumo debe ser el objetivo. El objetivo debe ser siempre la mejora de la vida del ser humano.

Uno de los problemas que detecta el autor es la idea existente, principalmente en la sociedad occidental, de que a mayor tamaño mayor prosperidad económica, lo que ha dado lugar al crecimiento desmesurado de compañías e industrias. Aunque en la realidad las pequeñas empresas han sido altamente prósperas durante años, existe una tendencia al crecimiento exagerado. Sin embargo, paradójicamente, dentro de estas grandes empresas se tiende a crear lo pequeño dentro de lo grande, a la especialización.

Schumacher se pregunta continuamente en la obra por los objetivos a los que debe aspirar la economía, unos objetivos que nada tienen que ver con los que él conoce, donde la terminología macroeconómica lo inunda todo, sin pensar en el ser humano. Por ello, propone una sociedad más pequeña, en la que los términos macroeconómicos no tengan lugar y en la que el objetivo principal de la economía sea atender las necesidades del ser humano y del lugar donde habita: “¿Cuál es el significado de democracia, libertad, dignidad humana, nivel de vida, realización personal, plena satisfacción? ¿Es ése un asunto de mercancías o de gente? Por supuesto es un asunto de gente. Pero la gente sólo puede ser realmente gente en grupos suficientemente pequeños. Por lo tanto, debemos aprender a pensar en términos de una estructura articulada que pueda dar cabida a una variada multiplicidad de unidades de pequeña escala. Si el pensamiento económico no puede comprender esto es completamente inútil. Si no puede situarse por encima de sus vastas abstracciones, tales como el ingreso nacional, la tasa de crecimiento, la relación capital/producto, el análisis input-output, la movilidad de la mano de obra y la acumulación de capital; si no puede alzarse por encima de todo esto y tomar contacto con una realidad humana de pobreza, frustración, alienación, desesperación, desmoralización, delincuencia, escapismo, tensión, aglomeración, deformidad y muerte espiritual, dejemos de lado la economía y comencemos de nuevo”.

Como solución para solucionar estos problemas que nos hacen tener una idea equivocada de los medios a emplear y de los objetivos a conseguir, Schumacher plantea varios recursos, entre ellos el más importante es la educación, una educación adecuada que forme a las nuevas generaciones en hábitos de conservación de la naturaleza y de  preocupación por conseguir la felicidad del ser humano, por encima del consumo.

El segundo recurso propuesto por el autor es el uso apropiado de la tierra y, más concretamente, de la naturaleza que nos rodea que, al fin y al cabo, es el lugar donde vivimos y que influye necesariamente en nuestra felicidad.

Se queja el autor del uso y abuso de las fuentes de energía naturales, que se terminarán agotando más pronto que tarde, lo que tendría una influencia nefasta en el planeta.

Finalmente, Schumacher plantea la situación del tercer mundo, donde la moderna tecnología no ha sido capaz de sacar de la pobreza a sus habitantes, sino al contrario, los hábitos consumistas occidentales no han hecho sino empeorar su situación.

Conclusiones: En definitiva, Schumacher plantea en la obra una serie de reflexiones sobre el deterioro de la naturaleza, de los valores humanos, del tiempo que dedican los obreros al trabajo y al ocio, de la marginación social, de la pobreza…

Para Schumacher la ciencia económica, por estar al servicio del ser humano, debe servir para mejorar las condiciones de vida de la humanidad y de la conservación del entorno donde habita, la naturaleza. El consumo, por lo tanto, no puede ser el objetivo principal de la actividad económica, sino únicamente un medio, mientras que los objetivos reales deben ser: la atención a los problemas de todos los seres humanos, de que dispongan de un trabajo adecuado, de que disfruten de un tiempo de ocio suficiente, de que vivan en condiciones medianamente humanas…

La educación es una de los recursos que propone el autor y muy posiblemente sea el más acertado, aunque la tendencia actual no presagia nada bueno. No obstante, todavía hay tiempo y cosas que podemos hacer: “En todas partes la gente pregunta: «¿Qué es lo que puedo hacer?». La respuesta es tan simple como desconcertante: nosotros, cada uno de nosotros, podemos trabajar para poner en orden nuestra propia casa. La orientación que necesitamos para este trabajo no puede encontrarse en la ciencia ni en la tecnología, cuyo valor depende en última instancia de los fines a los que sirven; pero puede todavía hallarse en la sabiduría tradicional de la humanidad”.

Bibliografía

Schumacher, Ernst Friedrich. Lo pequeño es hermoso. Madrid: Editorial Akal, 1973.



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