INTRODUCCIÓN.
Comenzaré por hacer una breve introducción sobre los cambios producidos en la familia española durante la segunda mitad del siglo XX. Estos cambios guardan relación con las transformaciones producidas en nuestra sociedad, en primer lugar con el desarrollo económico e industrial iniciado en los años sesenta y, en segundo lugar, con la transición política hacia la democracia y su consolidación definitiva.
La familia española ha pasado en poco tiempo de un modelo de familia nuclear, que era prácticamente universal, a la coexistencia de varios modelos de familia, aunque en nuestro país este cambio no ha sido tan acusado como en otros países europeos.
Los cambios producidos en la familia han sido, tanto demográficos, como
consecuencia de la reducción de la natalidad y de la salida de otros parientes
de la familia, como de las relaciones entre sus miembros, de sus derechos, de
sus comportamientos y actitudes,…
Además, han surgido nuevos modelos de familia, como las parejas
cohabitantes, las familias monoparentales, hogares unipersonales, familias
recompuestas,…
En definitiva, podemos decir que la familia española se encuentra
actualmente en un proceso de adaptación a las nuevas condiciones económicas,
sociales y culturales.
DE LA FAMILIA TRADICIONAL
A LA DIVERSIDAD FAMILIAR.
Los cambios más importantes producidos en nuestro país, que han influido notablemente en los cambios de la familia española han sido, principalmente, de carácter demográfico: en primer lugar, por el desplazamiento del campo a la ciudad y a otros países europeos (emigración) y, en segundo lugar, por la llegada de inmigrantes de otros países. Como consecuencia de ello, la sociedad española pasó de ser rural a convertirse en urbana, industrial y tecnológica, lo que produjo la progresiva desaparición de la familia extensa característica de la sociedad rural española.
Aunque en el principio de este periodo las familias tienden a refugiarse
en el núcleo familiar (familias nucleares), al finalizar el mismo se produce
una tendencia a la baja, tanto en las familias extensas como en las nucleares.
En este periodo se produce una disminución del tamaño medio de la
familia y un aumento de los hogares con tres o menos miembros, debido a la
salida del hogar de otros miembros de la familia.
Durante este periodo se ha producido una disminución de la natalidad y,
consiguientemente, una reducción del tamaño de la familia. Además, se ha producido
un aumento en la edad media de la maternidad.
La reducción de la nupcialidad en este periodo ha provocado la aparición
de nuevos modelos de familia. El aumento de la edad media para casarse influye
también en el ciclo vital de la familia que, por lo tanto, se inicia más tarde.
Respecto a las relaciones sexuales prematrimoniales, éstas tienden a ser
aceptadas y el matrimonio ha dejado, progresivamente, de ser el objetivo final
del noviazgo. Se aprecia, además, un aumento considerable de los nacimientos
extramatrimoniales y también de las familias monoparentales.
La caída de la natalidad es una decisión que se ha adoptado en el ámbito
privado familiar, probablemente de mutuo acuerdo de los cónyuges.
Desde la instauración de la democracia, la mujer española ha podido
conocer y utilizar los métodos anticonceptivos que ya se estaban empleando en
Europa varias décadas antes.
La práctica del aborto o interrupción voluntaria del embarazo, en los
tres supuestos que ampara la ley, no ha dejado de aumentar en los últimos años.
Consideraremos, en primer lugar, las relaciones de pareja (igualdad,
afectividad, convivencia y conflictividad) y, en segundo lugar, las relaciones
paterno-filiales:
Uno de los aspectos más importantes en el cambio de la familia ha sido la
igualdad de ambos cónyuges. La incorporación de la mujer a los centros de
estudio y a la actividad laboral, junto con un hogar más tecnificado y más
sencillo de llevar han permitido la salida de la mujer de la vida doméstica, y
esta nueva situación laboral de la mujer influye decisivamente en la
maternidad.
Las relaciones de pareja dentro de la familia también han experimentado
cambios importantes. Los cónyuges, en su mayoría, toman ahora las decisiones de
forma conjunta. Actualmente se observa una mayor implicación del hombre en las
tareas domésticas. Sin embargo, en general, la mujer, aun trabajando, continúa
realizando en el hogar prácticamente las mismas tareas que antaño. Cuando la
mujer trabaja necesita ayuda en las tareas domésticas, y esta ayuda llegar,
principalmente, de la abuela materna. En general, la mayor parte de la ayuda
llega siempre desde los padres de la mujer y, cuando se produce, de otros
parientes femeninos. Esta ayuda es muy apreciada por la mujer que trabaja fuera
del hogar y muchas de ellas no podrían trabajar sin ella.
En general, las relaciones entre los cónyuges en las parejas españolas
son aceptables y comparten las actividades de ocio, los problemas personales,
de trabajo, económicos, de los hijos,… Sin embargo, aunque en general existe
satisfacción, también hay conflictividad, aunque sea en un porcentaje muy bajo.
Las separaciones y divorcios crecieron enormemente a partir de la
aprobación de la ley, pero desde entonces su crecimiento se ha estabilizado.
Los motivos de las separaciones pueden ser reales y legales, pero no siempre
coinciden. Las principales causas son la infidelidad conyugal, el abandono del
hogar y la conducta vejatoria, que desembocan en muchas ocasiones en el
divorcio.
Las relaciones con los hijos también han mejorado notablemente en los
últimos años, lo que ha propiciado que los hijos se instalen confortablemente
en el hogar y no tengan ninguna prisa por abandonarlo, como sí ocurría antaño.
La política familiar ha cambiado desde la llegada de la democracia. En
la etapa franquista la familia era la célula primaria de la sociedad, protegida
por el Estado, y las leyes se orientaban a la defensa de la familia
tradicional.
Las reformas producidas en la legislación civil han influido
principalmente en los matrimonios civiles, que desde la llegada de la
democracia han aumentado considerablemente respecto de los matrimonios
religiosos.
Las reformas más importantes producidas en la legislación penal han
permitido la comercialización de los anticonceptivos y la despenalización del
aborto.
CONCLUSIÓN.
Como conclusión, podríamos hacer varias consideraciones sobre las tendencias actuales de la familia española, que me atreveré a comentar a continuación de las mismas:
Aunque en la sociedad española continúa prevaleciendo la estructura
familiar nuclear o conyugal, al igual que en el resto de sociedades
occidentales, actualmente se encuentra en fase de adaptación a la diversidad
existente.
Las relaciones de pareja se han liberalizado, el noviazgo ha pasado a
ser un tabú para las nuevas generaciones y la cohabitación se ha convertido en
la nueva forma de relacionarse las parejas.
La secularización de la sociedad está produciendo que los matrimonios
civiles estén ganando terreno a los religiosos.
Las nuevas familias tienden a tener menos hijos, a lo sumo dos y en
muchos casos ninguno, y a tenerlos a una edad más tardía.
Los divorcios, aunque todavía limitados por cuestiones económicas y por
la atención que hay que prestar a los hijos, también tienden a aumentar.
En definitiva, todas estas consideraciones hacen pensar que en los
próximos años una mayoría de las familias tenderán a ser monoparentales, tanto
por las mujeres y hombres que han decidido no casarse, como por los que ya se
hayan separado.
Por otro lado, se encuentran los abuelos, la tercera edad, que pueden
verse afectados por la tendencia a tener menos hijos y a dudar sobre si
constituir o no una familia, y que pueden condicionar las relaciones entre
padres e hijos.
Por lo tanto, las tendencias de la familia del futuro nos presentan una
familia monoparental, con pocos hijos o ninguno, y con una estructura familiar diversa
y compleja, en función de la diversidad social y cultural.
En mi opinión, las transformaciones más importantes de la familia
española tienen que ver, principalmente, con los cambios sociales y culturales,
que en España están acompañados del cambio de régimen que se produjo con la
llegada de la democracia. Además, la globalización también tiene una influencia
importante, ya que los cambios sociales y culturales que se producen en otros
países son asumidos inmediatamente por nuestra sociedad.
En relación con la estructura familiar, la tendencia actual nos presenta
un futuro con muchas pequeñas familias monoparentales y, por lo tanto, parece
que las relaciones familiares también tenderán a desaparecer progresivamente.
Como se ha visto, en la actualidad la familia tiende a perder protagonismo
en favor de la sociedad, del pensamiento universal, de la globalidad,…
Personalmente, tengo dudas de que esta nueva estructura familiar diversa
y compleja que se nos avecina mejore nuestra sociedad, pero lo que es evidente
es que va a ser diferente que la que hemos conocido.
La familia, al fin y al cabo, es el primer eslabón de la cadena de la
educación de las generaciones futuras, por lo que creo que deberíamos estar
atentos a los cambios que en ella se produzcan, porque todavía no sabemos cómo
influirá en esas futuras generaciones una educación monoparental, que es el
modelo de estructura familiar que se vislumbra en el futuro de nuestra
sociedad, tan rica en tecnología, como pobre en humanidad.
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