INTRODUCCIÓN.
Antes
de comenzar esta exposición es relevante señalar que Margarita de Parma (1522-1586), fue hija bastarda del emperador Carlos
V, fruto de una relación extramatrimonial con una dama flamenca llamada Johanna
van der Gheist. Fue educada primeramente por una familia noble, aunque muy
pronto Margarita de Austria, tía del emperador, y gobernadora en aquellos
momentos de los Países Bajos, se hizo cargo de su educación.
Fue duquesa de Florencia y de Parma, y en 1559 Felipe II, su hermanastro, la nombró gobernadora de los Países Bajos, territorios que en aquellos momentos se encontraban envueltos en continuos conflictos religiosos entre católicos y protestantes y con unas autoridades locales que no aceptaban al nuevo monarca.
Margarita
intentó gestionar esta situación lo mejor que pudo, utilizando para ello la
diplomacia, pero finalmente Felipe II tuvo que enviar al Duque de Alba, con
unos sistemas más expeditivos, para resolver los conflictos existentes.
En 1567
Margarita, que no aceptó de buen grado la llegada del Duque de Alba y sus
métodos, presentó su dimisión como gobernadora de los Países Bajos, siendo
sustituida por éste.
Aunque
al acceder Felipe II al trono en 1556 la situación de los Países Bajos estaba
controlada, la nobleza local no aceptó a un rey “extranjero”, que ni siquiera
hablaba su idioma y, cuando en 1559 decide instalarse en Castilla, la situación
no hizo más que empeorar. Es en este momento cuando Felipe II nombra a
Margarita de Parma gobernadora de los Países Bajos y al cardenal Granvela como su
Consejero personal en tierras flamencas.
Sin
embargo, la política del monarca no fue aceptada por ningún grupo social. Por
una parte, la nobleza quedaba excluida de los puestos de gobierno y de los cargos más importantes y, por otra parte, la
burguesía era maltratada por unos tributos cada vez más altos.
En
estas circunstancias, aprovechando las corrientes religiosas de la época, los
Países Bajos se rebelaron contra la Monarquía Hispánica y entraron en una etapa
de conflictos y violencia que desembocaron en la guerra de Flandes, que duró
nada menos que ochenta años (1568-1648), con una pausa de doce años, acordada en la
tregua de Amberes (1609-1621), y que finalizó con la independencia de los
Países Bajos.
Lo que
empezó siendo una revuelta contra la política económica y religiosa de Felipe
II, acabó alcanzando, principalmente en su última fase, una dimensión
internacional.
ANTECEDENTES.
Carlos
V había creado en su momento la figura del Gobernador General para el gobierno
de los Países Bajos, territorios que tenían el privilegio de que debían ser
gobernados por el monarca o por alguien de su familia. Esta figura que estaba
apoyada en tres consejos: el Consejo de
Estado, el Privado y el de Hacienda.
Cuando
Felipe II accede al trono de los Países Bajos se encuentra con un territorio
dividido en diecisiete provincias con grandes diferencias entre sí, prácticamente
independientes unas de otras, con estructuras diferentes y cuya única
institución común, además de la Corona, eran los Estados Generales, formados
por representantes de las provincias y cuya función principal era servir de
interlocución con el monarca. Por otro lado, en un estadio inferior se
encontraban los Estados Provinciales, institución que servía a las provincias para
articular políticas comunes entre sí.
Es
entonces cuando Felipe II decide instalarse definitivamente en Castilla y dejar
en el gobierno de los Países Bajos, de acuerdo con los privilegios adquiridos
por estos territorios, a un familiar suyo, en este caso, a su hermanastra
Margarita de Parma.
La
recién nombrada Gobernadora General estaba apoyada y asesorada, como ya se ha
dicho antes, por el Consejo de Estado, que estaba formado por representantes de
la nobleza flamenca, y en el que Felipe II nombró como su representante personal
al cardenal Granvela, que se convirtió, por lo tanto, en la persona más
influyente sobre la gobernadora, perdiendo de esta forma influencia el resto de
consejeros flamencos.
Éste,
la pérdida de influencia de la nobleza flamenca en el gobierno de los Países
Bajos, fue el motivo principal de los enfrentamientos entre Guillermo de
Nassau, Príncipe de Orange, y el cardenal Granvela, que terminó convirtiéndose
en un enfrentamiento entre nobleza y monarquía. A partir de este momento, el
Príncipe de Orange pasaría a liderar la oposición contra el monarca español.
Como
conclusión, podemos decir que este enfrentamiento produjo un alejamiento entre
el monarca y el pueblo flamenco, que se vería aumentado por la lejanía del
monarca, que nunca visitaba sus posesiones. No obstante, además de la lejanía
del monarca, hubo otros motivos, como que la autoridad de la Gobernadora era
limitada, que las decisiones reales tardaban casi siempre demasiado tiempo en
llegar, etc.
Estas
razones serían caldo de cultivo de los conflictos de los Países Bajos, que
acabarían en rebelión contra el monarca y no tanto los asuntos religiosos, como
se ha creído.
MARGARITA
DE PARMA.
En esta
situación, el talante de la Gobernadora de los Países Bajos fue siempre diplomática
y dialogante con la nobleza flamenca, intentando llegar a acuerdos con ella
para pacificar la situación tan conflictiva con la que se encontró nada más
hacerse con el cargo, a pesar de que el monarca no se lo ponía nada fácil.
Un
ejemplo de este talante de la Gobernadora se aprecia cuando Margarita convenció
a Felipe II de la idoneidad de la retirada de los tercios viejos de Flandes,
tropas que habían participado en campañas francesas y que continuaban
permaneciendo en los Países Bajos, posiblemente más tiempo del necesario. Mientras el cardenal Granvela era
partidario de mantener las tropas en Flandes para evitar rebeliones, Margarita
era partidaria de la retirada de las mismas, ya que éstas eran mal vistas por
la nobleza flamenca. Finalmente, el monarca accedió a la retirada de las tropas
en 1560.
Otro
ejemplo de este talante de la Gobernadora es la carta que Margarita remitió a
su hermanastro, Felipe II, el 13 de marzo de 1563, en la que pedía al monarca
que retirase al cardenal Granvela del Consejo de Estado, para facilitar su
diálogo con la nobleza flamenca. Finalmente, el monarca accedió a la retirada
de Granvela en 1564.
Sin
embargo, la situación de continuos conflictos continuó y poco a poco se fue
convirtiendo también en una guerra religiosa que sirvió a grupos calvinistas
como excusa para asaltar iglesias en agosto de 1566, llevando a cabo saqueos,
quema de templos e incluso la persecución y asesinato de católicos.
La
religión sirvió como excusa para lo que realmente era una rebelión política y
social, y así se lo señalaba Margarita de Parma a su hermanastro Felipe II en
una carta:
“lo religioso no es más que el antifaz que
enmascara otros objetivos como era verse libres del gobierno del rey español”.
Ante
esta situación, en octubre de ese mismo año, Felipe II tomó la decisión de enviar
a los Países Bajos a Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Duque de Alba, con
los tercios españoles acantonados en Italia, para sofocar la rebelión. Sin
embargo, el Duque de Alba llegaría a los Países Bajos en agosto de 1567, un año
después de las revueltas iconoclastas de 1566.
Durante
este tiempo la gobernadora, apoyada por la nobleza fiel al monarca, a la que
pidió jurase fidelidad al rey, reclutó tropas y consiguió controlar la
situación.
¿No lo veis...? ¡Exija que le
aclaméis…!
En su mano brilla un cetro
soberano:
es de
España, es castellano“.
Sin
embargo, la huida de los rebeldes a Inglaterra, Francia y Alemania, países que
a partir de este momento apoyarían a los rebeldes, contribuyó a la
internacionalización del conflicto.
Aunque
en un principio el Duque de Alba no fue a los Países Bajos a sustituir a
Margarita de Parma como gobernadora, los métodos expeditivos empleados por éste
y la autoridad que el monarca le había otorgado, provocaron la dimisión de
Margarita de Parma a finales de 1567, por lo que Felipe II nombró al Duque de
Alba como Gobernador General en sustitución de su hermanastra.
CONCLUSIÓN.
Margarita
de Parma fue una mujer que supo estar a la altura de las complicadas
circunstancias que le tocó vivir como Gobernadora General de los Países Bajos,
donde se encontró con conflictos de tipo político y social, que desembocaron en
religiosos.
Por una
parte, fue diplomática y dialogante cuando tuvo que serlo, y supo ver con
claridad los problemas que se le presentaron, así como tomar las decisiones
acertadas en la mayor parte de las ocasiones, aunque la tardanza de su
hermanastro en responder a sus peticiones le complicaron mucho su gobierno en
diferentes ocasiones. Se mantuvo firme en una situación complicada entre la
monarquía española y la nobleza flamenca, entre el cardenal Granvela y el
Príncipe de Orange, y supo salir airosa.
Por
otra parte, fue dura e inflexible cuando tuvo que serlo, y tuvo la habilidad de
ganarse a los nobles flamencos para su causa cuando la situación era
desesperada.
Margarita
de Parma ejerció un papel decisivo en la política española e internacional de
su época y, como mujer, es posiblemente una adelantada a su tiempo, ya que supo
ejercer, en soledad, un cargo de gran importancia en un momento crítico y en un
mundo masculino. Sin embargo, me ha llamado la atención que en las fuentes que
he utilizado para hacer este trabajo, en ningún momento se diferencia su gobierno
de otros por ser mujer y eso se debe al buen trabajo que realizó, un trabajo
que ningún hombre en sus circunstancias y con sus pocas armas podría haber
realizado mejor que ella.
Bibliografía
Gallegos
Vázquez , Federico. «Guerra de los ochenta años.» Revista Aequitas,
2014: 167-252.
Giménez
Martín, Juan Francisco. Los tercios de Flandes. Madrid: Ediciones
Falcata Ibérica, 1999.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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