miércoles, 11 de abril de 2018

RELACIÓN ENTRE FILOSOFÍA Y CIENCIA


En el texto a comentar se describen algunas formas contemporáneas de entender la relación entre ciencia y filosofía para tratar el problema “mente-cerebro”. Estas formas son consecuencia de la aparición de un diálogo entre ciencia y filosofía llamado neurofilosofía, que propone que este diálogo se produzca de forma programática.



En la neurofilosofía se  pueden distinguir tres orientaciones fundamentales:

La orientación defendida por Patricia Churchland, radical y afín al programa positivista, sostiene que el único lenguaje significativo es el de la ciencia. Se trata por lo tanto de una perspectiva objetiva y empírica, en la que se pone el foco en el objeto y en la que se prescinde, por lo tanto, de los planteamientos filosóficos acerca del conocimiento, las emociones y la conducta. Sólo son objeto de conocimiento los resultados de la investigación empírica del cerebro, que sustituyen progresivamente a los anteriores.

La orientación defendida por Peter Hacker sostiene dos ámbitos distintos para la filosofía y la ciencia. Mientras que la ciencia se encarga de la investigación de la naturaleza, la filosofía se encarga del estudio de las proposiciones que tienen sentido, incluidas las proposiciones científicas. Por lo tanto, la filosofía no contribuye tanto al conocimiento como a la comprensión. Esta orientación defiende el carácter primario del lenguaje ordinario respecto de los lenguajes de la ciencia.

La orientación defendida por Georg Northoff, relacionada con el punto de vista kantiano, sostiene que el ámbito de la filosofía es el de los conceptos, es decir, la elaboración de teorías que expliquen la realidad, mientras que la ciencia se dedica a desentrañar la realidad del mundo natural. Por lo tanto, la filosofía no es un ámbito independiente de la ciencia natural, ya que las teorías filosóficas que explican la realidad están relacionadas inexorablemente con la ciencia. Las  teorías filosóficas deben traducirse en hipótesis científicas y, a su vez, la ciencia puede justificar empíricamente las teorías filosóficas.

La propuesta defendida por Patricia Churchland, de corte positivista y en la línea del Círculo de Viena y de Wittgenstein, defiende el conocimiento a priori poniendo el foco en el objeto, es decir, sólo existe conocimiento por medio de los sentidos y siempre que se pueda demostrar empíricamente.

Por otro lado, las propuestas defendidas por Hacker y Northoff presentan dos realidades diferentes, por una parte, la ciencia que se encarga del estudio de la naturaleza o la realidad y, por otra parte, la filosofía que se encarga del estudio de las proposiciones que tienen sentido (Hacker) y la elaboración de teorías (Northoff).

Uno de los descontentos del Círculo de Viena, Karl Popper, manifiesta que el conocimiento de la ciencia no es puro, ya que cualquier observación empírica está cargada de teorías. También dirá que para que una teoría sea científica debe existir un hecho singular que pueda refutarla, lo que llamará falsación. Por lo tanto, la doctrina de Popper permite la aparición de errores o fallos en la observación.

Para Thomas Kuhn, los científicos deben mantener una doctrina hasta que se pruebe su falsedad, lo que puede ocurrir con la llegada de un nuevo paradigma, es decir, al aparecer anomalías la comunidad científica entra en un periodo de crisis en el que busca nuevos paradigmas que resuelvan las anomalías que han surgido en el anterior.

Imre Lakatos intenta conciliar la visión de Popper y la teoría de las revoluciones científicas de Kuhn. El problema de la teoría de Popper es que una teoría debe explicar qué sucesos la falsean pero, sin embargo, la física de Newton no puede hacer esto. Por otra parte, respecto a la doctrina de Kuhn, las anomalías no siempre producen una crisis del paradigma, sino solamente cuando debilitan su núcleo teórico.

Paul Feyerabend defiende que los científicos no deben emplear reglas, es decir, propone que a la ciencia le vendría bien un poco de anarquismo y subjetivismo. Pero, sobre todo, Feyerabend critica la falta de conocimiento filosófico de los científicos, lo que produce que los científicos carezcan de profundidad filosófica y de libertad. En este sentido, la ciencia puede deshumanizar y la razón objetiva puede convertir a los hombres en seres deshumanizados, sin opinión propia y sin discernimiento.

En mi opinión, la relación entre ciencia y filosofía debería ser más estrecha de lo que es en la actualidad, ya que ambas actividades forman parte de la realidad humana.

Desde el punto de vista de la ciencia, esta se encarga de explicar los hechos que se producen en la naturaleza y que se pueden demostrar empíricamente, es decir, poniendo el énfasis en el objeto y prescindiendo del sujeto. Por lo tanto, esta actividad, cada vez más especializada, ha terminado por modelar una ciencia alejada del humanismo y, por lo tanto, ajena a la humanidad y al propio ser humano. 

Desde el punto de vista de la filosofía, esta ha terminado confinada en cuestiones relacionadas con la metafísica y la ética. Debido, principalmente, al carácter eminentemente empírico que ha adquirido la ciencia en los últimos años, la filosofía se ha confinado en estas cuestiones más propiamente humanas soslayando, en muchos casos, la propia realidad humana, tan necesitada de realidad como de razón. En la actualidad la ciencia necesita más que nunca de la razón humana, una razón subjetiva, independiente y libre, para así hacerse más humana y, por lo tanto, más cercana a los seres humanos. Ciencia y filosofía no pueden ignorarse, ya que ambas forman parte de la humanidad.


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