domingo, 3 de junio de 2018

LA CIENCIA EN EL PÚBLICO: “VIAJE ALREDEDOR DE LA LUNA”.


INTRODUCCIÓN.

Antes de comenzar esta exposición es relevante señalar que Julio Verne (1828-1905), es un escritor francés, considerado el fundador de la moderna literatura de ciencia ficción. Verne tuvo imaginación para predecir en sus relatos fantásticos, con gran precisión, los inventos que surgirían años más tarde como consecuencia de los avances técnicos y tecnológicos que tuvieron lugar a finales del siglo XIX y principios del XX, como es el caso de los submarinos, las naves espaciales, los viajes al espacio, la llegada a la Luna…



En 1863 publicó “Cinco semanas en globo”, su primera obra, con la que consiguió un gran éxito, que le hizo continuar escribiendo novelas de aventuras y de fantasía.

Aprovechando sus conocimientos geográficos, que adquirió en los numerosos viajes que realizó por Europa, África y América, así como su entusiasmo por la revolución tecnológica e industrial, Verne se convirtió en un especialista de los relatos, de corte científico, de viajes y aventuras. Su dominio de la tensión dramática le permitió combinar en sus relatos situaciones extravagantes con una prosa ligera y muy amena.

En 1864 publicó “Viaje al centro de la Tierra”, su segunda novela, para lo que estuvo investigando y estudiando concienzudamente sobre materias como geología, mineralogía y paleontología. Las detalladas descripciones de animales prehistóricos asombraron a los expertos y pusieron de manifiesto su extraordinaria visión científica.

En 1865 publicó “De la Tierra a la Luna”, una de sus obras más conocidas, cuya publicación despertó un gran entusiasmo en la sociedad por los viajes espaciales, lo que provocó que le llovieran cartas solicitando reservas para el próximo viaje a la Luna. En esta novela Verne se ocupaba tan sólo de los preparativos del viaje a nuestro satélite, por lo que su extraordinaria acogida entre el público condujo al autor a escribir en 1870 la segunda parte de esta historia, “Viaje alrededor de la Luna”, que relata el viaje a la Luna propiamente dicho y que es la protagonista de este modesto ensayo.

ANÁLISIS DE LA CIENCIA EN LA OBRA EN RELACIÓN CON EL PÚBLICO.

Contextualización: Julio Verne publica esta obra en el año 1870, en el inicio de la segunda revolución industrial, cuando se estaban produciendo en Europa y en Estados Unidos una serie de innovaciones tecnológicas, que caracterizarían los nuevos tiempos. La ciencia y la tecnología de este periodo se caracterizan por una mayor complejidad de las máquinas y los nuevos descubrimientos tecnológicos dieron a la sociedad la sensación de que se encontraba en el momento en que todo estaba por llegar.

En esta situación, la ciencia se convierte en una actividad respetable que empieza a ser desarrollada por las clases medias, burguesas y aristocráticas, y acaba convirtiéndose para ellas en un entretenimiento, que en muchos casos toma la forma de literatura.

En esta época la ciencia ya no se percibía como algo indescifrable, sino como algo corriente y cotidiano, por lo que era habitual encontrar referencias literarias en los escritos y conferencias de científicos profesionales, así como, a la inversa, encontrar temas científicos en muchos escritos literarios sobre cualquier tema.

La literatura científica empieza a tener su propio estilo, con esquemas, ilustraciones, e incluso con lenguaje matemático, lo que la aleja de otras formas de literatura.

Argumento: Como ya se ha adelantado, “Viaje alrededor de la Luna” es la segunda parte de “De la Tierra a la Luna”, obra esta última con la que Julio Verne había conseguido un gran prestigio y que condujo al autor a escribir la novela sobre la que versa este ensayo.

Por lo tanto, los protagonistas de “Viaje alrededor de la Luna” serán los mismos que los de su antecesora, es decir, Barbicane, presidente del Gun-Club de Baltimore, el capitán Nicholl y Michel Ardan, intrépidos y audaces viajeros del “primer” viaje a la Luna.

El viaje, que comenzó el día 30 de noviembre de un año de la década de los sesenta del pasado siglo XIX, puso por primera vez en el espacio a tres seres humanos en un proyectil hueco en un viaje en el que los tres protagonistas vivirán diferentes aventuras.

El viaje se realiza durante la luna llena y, aunque la idea era aterrizar en la Luna, el proyectil se queda atrapado en la órbita del satélite dando la vuelta alrededor de él.

Tras dar la vuelta a la Luna los tripulantes deciden utilizar los cohetes que tenían en la parte posterior del proyectil, previstos inicialmente para el alunizaje, para neutralizar la inercia del proyectil y caer en el satélite, pero la idea no funciona y el proyectil termina cayendo en la Tierra, en el mar, donde es rescatado por la marina estadounidense.

Análisis: La obra presenta una sociedad de finales del siglo XIX que está exultante por los últimos inventos y las innovaciones tecnológicas que van apareciendo casi a diario, una sociedad que piensa que todo está por llegar y que todo es posible para la ciencia. En la novela los personajes protagonistas delatan una sociedad que apuesta y que confía en las innovaciones tecnológicas. Mientras Barbicane y el capitán Nicholl representan la parte más puramente científica de la sociedad, la ciencia profesional, Michel Ardan representa la parte menos científica profesionalmente, pero confiada y segura de los adelantos científicos y tecnológicos.

En la obra se puede apreciar una ciencia en sentido positivo, ya que las innovaciones científicas y tecnológicas tienen como objetivo conseguir una sociedad mejor pero, aunque la ciencia es aceptada por la sociedad, sus límites son todavía imprecisos.

CONCLUSIÓN.

El comienzo de la novela: “Al correr el año 186… sorprendió al mundo entero la noticia de una tentativa científica sin ejemplo en los anales de la ciencia”, dice mucho de la opinión que existía en la sociedad de finales del siglo XIX sobre la ciencia y que el autor quiere reflejar en esta obra. La idea generalizada era que para la ciencia todo era posible, todo estaba por descubrir, y un viaje a nuestro satélite también era posible. Como ya se ha anunciado anteriormente, “Viaje alrededor de la Luna” es la segunda parte de “De la Tierra a la Luna”, una obra por la que el autor había recibido en su  domicilio cartas de los lectores solicitando reserva de plaza para el próximo viaje. Todo era posible y todo era creíble en una sociedad acostumbrada a la aparición de inventos.

En la novela también se refleja el trabajo científico, alejado también en aquella época, del resto de la sociedad. En un momento del viaje, Miguel Ardan, tras escuchar a las conversaciones científicas de sus dos compañeros, contesta: “¡Qué instruido me estoy volviendo! Poco a poco me convierto en un pozo de ciencia”.

Las continuas referencias a la ciencia y el empleo de términos científicos son constantes en la obra, y prueban el conocimiento y familiaridad que tenía el autor con la ciencia.

Aunque el proyectil no consiguió finalmente su objetivo, la expedición es recibida a su llegada a la Tierra con honores y aclamaciones por una población enfervorecida, una población asombrada que creía en la ciencia y que esperaba todo de ella: “En esa forma, fueron pasando de ciudad en ciudad, encontrando a su paso a las poblaciones sentadas a la mesa, y que les saludaban con las mismas aclamaciones y los mismos aplausos” y “¡Digna apoteosis de aquellos tres héroes, a quienes la fábula hubiera elevado seguramente a la categoría de semidioses!”.

Al final de la obra, el autor se pregunta: “¿Produciría algún resultado práctico esta tentativa sin precedentes en los anales de los viajes? ¿Se establecerán alguna vez comunicaciones directas con la Luna?...”.

En julio de 1969, un siglo después de la publicación de la novela de Verne, el Apolo XI se posó en la Luna y Amstrong, al pisar suelo lunar, pronunció la famosa frase: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. La sociedad actual mantiene su confianza en la ciencia, pero nuestro margen de sorpresa se ha reducido tanto que no nos sorprende nada y esto dificulta que la valoremos justamente.

Bibliografía

Verne, Julio. Viaje alrededor de la Luna. Madrid: Editorial Akal, 2008.
Biografía del autor: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/verne.htm



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RELACIÓN ENTRE FOTOGRAFÍA Y ARTE.



En “Pequeña historia de la fotografía” Benjamin plantea en primer lugar que, tras unos inicios en los que se produce un desarrollo acelerado, no se ha prestado atención a la historia de la fotografía.



La primera relación de la fotografía y el arte aparece en la pintura. Algunos  pintores utilizaron las fotografías como medios auxiliares para realizar su trabajo. En ocasiones realizaban sus pinturas tomando como modelo postales (Utrillo) y en otras tomando como modelo fotografías que ellos mismos habían realizado (Hill).

Para Benjamin la fotografía tiene algo especial que no tiene la pintura: “La naturaleza que habla a la cámara es distinta de la que habla a los ojos”. En la fotografía nos sale al encuentro siempre algo nuevo y especial, una mirada perdida…, ese instante que los impresionistas quisieron captar emulando la instantaneidad de la fotografía.

Las pinturas de paisajes y los retratos en miniatura fueron las víctimas propiciatorias de la fotografía en estos primeros años, lo que produjo que muchos retratistas de miniaturas se convirtieran en fotógrafos profesionales. Sin embargo, cuando los comerciantes se precipitaron sobre los fotógrafos profesionales y se generalizó el uso del retoque del negativo, el gusto fotográfico decayó significativamente.

La relación de la pintura con la fotografía también se produce a la inversa cuando los fotógrafos fotografían obras de arte pictóricas, lo que está ocurriendo en la actualidad.

La fotografía está supliendo en los últimos años a la pintura, tal como lo definió Wiertz: “Hace algunos años nació una máquina, gloria de nuestra época, que día tras día constituye pasmo para nuestro pensamiento y terror para nuestros ojos. Antes de que haya pasado un siglo será esta máquina el pincel, la paleta, los colores, la destreza, la agilidad, la experiencia, la paciencia, la precisión, el tinte, el esmalte, el modelo...”.

Pero el arte no es reproducción de la realidad, como acertaría a decir diría Baudelaire: “En estos días deplorables se ha producido una nueva industria que ha contribuido no poco a confirmar la estupidez por su fe... en que el arte es y no puede ser más que la reproducción exacta de la naturaleza...”.

Por lo tanto, en opinión de Benjamin, es necesario mirar hacia atrás y recuperar el arte en la fotografía y el propio arte pictórico, evitando copiar la realidad, utilizando la imaginación: “En la reverberación de estas chispas emergen las primeras fotografías, tan bellas, tan intangibles, desde la oscuridad de los días de nuestros abuelos”.

Bibliografía

Benjamin, Walter. Pequeña historia de la fotografía. Madrid: Casimiro Libros, 2014.



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domingo, 27 de mayo de 2018

SOBRE LA HERMENÉUTICA: DIÁLOGO, PREJUICIO Y TOLERANCIA.



La hermenéutica, o arte de interpretación de textos, ha tenido a lo largo de la historia diferentes sentidos y ha sido interpretada de forma diferente por diversos autores.



A partir de Schleiermacher, en el siglo XIX, la hermenéutica comenzó a significar la comprensión de cualquier texto que no resultase evidente desde una primera lectura, debido a algún tipo de distancia entre el texto original y el intérprete del texto, distancia que podía ser de diversa índole: histórica, lingüística, psicológica,… Una distancia que podría permitir al intérprete comprender el texto desde una perspectiva más amplia y, de alguna manera, comprenderlo incluso mejor que el propio autor del texto.

Desde el punto de vista de Schleiermacher, la interpretación es un proceso circular, cuyo cometido es reconocer la propia individualidad del texto que se interpreta. Sin embargo, esta interpretación está sujeta a lo que el autor llama “malentendidos”, es decir, malas interpretaciones, que tienen su origen en las “distancias” del intérprete del texto con el propio texto y con sus circunstancias temporales, sociales, culturales… Con Schleiermacher se produce la universalización de la hermenéutica, que con Dilthey pasará a aplicarse a todo conocimiento histórico-espiritual.

Dilthey, al contrario que Schleiermacher, pone el acento en la comprensión, introduciendo un giro psicológico, más humano, en la comprensión de la hermenéutica.

Sin embargo, es con Heidegger cuando  la hermenéutica encuentra su mayor desarrollo y transformación. En este autor, la comprensión pierde su connotación psicológica, que en Dilthey había sido fundamental, y adquiere una connotación ontológica, es decir, relacionada con la propia naturaleza o sentido del ser.

La transformación de la hermenéutica en ontológica supone que la filosofía no tiene una visión directa del ser y, por lo tanto, según Heidegger, su trabajo consiste básicamente en la lucha contra las malas interpretaciones, como diría Schleiermacher.

En esta línea, la percepción (intuición) cede su puesto a la comprensión (interpretación), es decir, lo importante no es tanto lo que percibimos, sino cómo lo interpretamos. Una interpretación que supone la comprensión del ser o del texto, evitando en este proceso cualquier tipo de malentendido o de mala interpretación.

Por lo tanto, la hermenéutica, una vez transformada por Heidegger, abandona el camino del historicismo y de la fenomenología para centrarse en intentar entender el ser independientemente del contexto histórico y de su percepción, es decir, se centra sobre todo en la estructura hermenéutica del ser y en sus relaciones referenciales. Esto obliga a replantearse el conocimiento del ser en su contexto histórico y en relación con el lenguaje, un lenguaje entendido como el medio en que nos comunicamos con otros.

Precisamente de este planteamiento es de donde surge la hermenéutica de Gadamer, que manifiesta que el ser del texto es el lenguaje, por lo que considera al lenguaje como el objeto propio de la hermenéutica. A partir de Gadamer, la hermenéutica es considerada textualista, ya que es en el lenguaje donde referencia y sentido quedan articulados generando lo que la hermenéutica ha llamado mundo del texto.

Gadamer, al contrario que los modernos pensamientos filosóficos y siguiendo la senda ontológica propuesta por Heidegger, entiende el texto como un lenguaje que hace presente un mundo.

En este sentido, el texto es entendido como un mundo donde se encuentran dos sujetos, el creador del texto y el lector, donde lo importante no son los sujetos sino el texto. Un mundo que, en definitiva, es creado por el lenguaje. Por lo tanto, en Gadamer el lenguaje se constituye en el centro a partir del cual tiene lugar nuestra experiencia.

En Derrida se radicaliza la ontología hermenéutica de Heidegger, preguntándose por las condiciones de posibilidad de la comprensión y abandonando la centralidad y proponiendo la escritura como el único lugar donde la comprensión llega a una objetividad absoluta, liberándose de la intencionalidad y, por tanto, de la subjetividad.

La propuesta de la escritura como trascendental supone también la crítica a la hermenéutica de Gadamer. Mientras para Gadamer la comprensión era fruto de la tradición, es decir, el resultado de la fusión de diferentes tradiciones, en Derrida aparece el concepto de diferencia, que es el responsable del modo de comprensión.  

Sin embargo, aunque la escritura evita las intenciones subjetivas, no evita la aparición de malas interpretaciones o malentendidos, como ya anunció Schleiermacher.

Derrida, rompiendo con la filosofía de la historia de la tradición que garantiza la continuidad del sentido del texto, intenta acceder a la individualidad del texto a través de la deconstrucción, es decir, no existe un sentido propio del texto, sino que el sentido del texto está relacionado con la historia de los efectos. Derrida remarca la diferencia entre el texto y su intérprete y entre el texto y la tradición en favor de su individualidad.

Ricoeur elabora una hermenéutica basada en la intersubjetividad que está presente en la lectura-escritura, concibiendo la hermenéutica como el trabajo de descifrar los símbolos y metáforas que aparecen en un texto anterior, entendiendo los símbolos como el doble sentido que el autor ha dado a ciertas partes del texto, y las metáforas, entendidas como las referencias que se hacen a la realidad en un texto. Tanto símbolos como metáforas pueden resultar inapreciables e incomprensibles para el intérprete.

La hermenéutica de Ricoeur parte de una interpretación de los símbolos, se enriquece con una interpretación de los textos y desemboca en una hermenéutica narrativa.

Esta hermenéutica narrativa no se limita a explicar los textos, sino que llega a la comprensión de los mismos a través de las grandes objetivaciones de sentido (símbolos, metáforas, signos…) presentes en los propios textos.

La hermenéutica de Ricoeur consta de tres elementos fundamentales: el texto con su mundo propio, el lector o intérprete y el mundo a los que ambos tienen que referirse. Se trata, por lo tanto, de una hermenéutica en la que el lenguaje ocupa un lugar relevante.

Por último, Vattimo propone una ontología hermenéutica que rechaza la objetividad y califica su pensamiento como el de la diferencia frente al pensamiento de la identidad, colocándose en la tradición hermenéutica entre los partidarios de la hermenéutica de la sospecha, como en el caso de Derrida, aunque la interpretación de la diferencia en Vattimo parte de una interpretación de la noción de símbolo, que no supone la idea de principios originales, sino un ámbito en el que es posible establecer un sentido a partir de las reglas que rigen la comunicación entre los individuos, por lo que su interpretación del símbolo se corresponde con la comunicación.

En resumen, tras el estudio realizado no veo nada fácil que se pueda producir una auténtica fusión de horizontes entre interlocutores, porque para ello es necesario salvar puentes temporales, sociales, culturales, psicológicos…, que existen no sólo entre individuos de distintas épocas, sino entre individuos de la misma etapa histórica.

Sin embargo, que no sea una tarea fácil significa que es difícil, pero no que sea imposible. Los filósofos de la actualidad, como los historiadores, deben interpretar adecuadamente los textos de etapas históricas anteriores y para ello deben fundirse con el texto y conocer todas las circunstancias en las que el autor escribió el texto. Para llevar a cabo esta tarea, el intérprete debe superar todas las implicaciones éticas, e incluso morales, existentes entre ambas etapas históricas, la propia y la del texto, llegando a pensar como pensó el autor, en sus circunstancias, en su propia carne.

No obstante, para realizar esta tarea es imprescindible desprenderse de los prejuicios que atenazan nuestra forma de conocer y de comprender. Los prejuicios que, al fin y al cabo, no son más que opiniones preconcebidas, es decir, previas a un juicio racional, suponen un impedimento para el diálogo entre distintos y para el conocimiento de la realidad actual y anterior. Como dijo Albert Einstein, en una opinión que comparto: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.”

Bibliografía

Flórez Miguel, Cirilo. «La tradición hermenéutica en el siglo XX.» Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 50, 2010: Páginas 55-75.


sábado, 26 de mayo de 2018

COMENTARIO DEL PLANO URBANO DE LA CIUDAD DE MURCIA




1. Localización: Emplazamiento y situación.

Murcia es una ciudad y municipio de 885 km2, capital de la comunidad autónoma de la Región de Murcia. Se encuentra en el centro de la comarca de la Huerta de Murcia y de su área metropolitana y está situada en el SE de la Península Ibérica, a orillas del río Segura, en la depresión prelitoral murciana, y a 40 km del Mar Mediterráneo. Se divide de N a S en dos partes separadas por una serie de sierras que conforman la llamada Cordillera Sur. Estas dos zonas se denominan: Campo de Murcia al S, que geográficamente forma parte del Campo de Cartagena, y Huerta de Murcia al N de la sierra, constituida por la vega del Segura, en cuyo centro se encuentra la ciudad.



La ciudad de Murcia, que ocupa una extensión de 12,86 km2, se sitúa en la llanura prelitoral formada por el corredor del Guadalentín-Segura, un sistema de fallas ocupado por una fértil llanura de aluvión, drenada por las aguas del río Segura, a las que se le unen las de su afluente, el Guadalentín. La ciudad se emplaza justamente en medio de la llanura, junto al cauce del río. Este emplazamiento la expone a los peligros de las periódicas avenidas del río, que han arrasado en numerosas ocasiones la ciudad y su huerta, y condiciona la estructura y el crecimiento de la ciudad, constreñida por la fértil huerta y el río Segura, que ocupan el espacio circundante e impiden su normal crecimiento. 

2. Forma del Plano: radiocéntrico, irregular, ortogonal, lineal…

El casco antiguo presenta las características de la ciudad musulmana con calles estrechas de trazado irregular y construcciones de baja altura. De orígenes inciertos, hay constancia de que fue fundada en el año 825 con el nombre de Madina Mursiya por orden de Abderramán II, probablemente sobre un asentamiento anterior de origen romano. Durante la Edad Media, Murcia llegó a ser capital de la cora de Tudmir (siglo X). Posteriormente fue cabeza de distintos reinos de taifas de creciente importancia en los siglos XI, XII y XIII.


En 1266 Jaime I de Aragón entra en la ciudad anexionándola al reino de Castilla y, finalmente, hacia finales de siglo, Murcia pasa a ser no solo reino protegido sino también gobernado por la Corona de Castilla. A partir de entonces, Murcia sufrió una transformación gradual para adaptarse al modelo de urbanización cristiano. Jaime I ordenó abrir una calle ancha y recta a través del zoco árabe que conectara la mezquita con la llamada “plaza del Mercado”, típico enclave medieval donde se llevaba a cabo el comercio de la ciudad. En aquel entonces, la mezquita se hallaba situada en lo que hoy es la catedral, y la plaza del Mercado es la actual Plaza de Santo Domingo. La calle ancha y recta a la que hacía referencia es hoy Trapería. Esta calle y la perpendicular calle Platería forman una encrucijada que recorre el casco viejo de la ciudad de un extremo al otro. Los nombres de estas dos calles, Trapería y Platería, arterias comerciales de la ciudad en la actualidad, tienen por lo tanto sus orígenes en el comercio medieval de talleres y negocios con malteses, genoveses, catalanes…

3. Estructura Urbana: casco antiguo, zona central y fases de expansión hacia la periferia: ensanches, zonas industriales, residenciales, comerciales…

Dentro de la estructura urbana de la ciudad se distinguen claramente las distintas fases de desarrollo. El casco antiguo es prácticamente el mismo espacio en el que se ubicó la ciudad musulmana, y sigue un entramado de calles estrechas, trazado irregular y construcciones que no superan, en general, las 5 plantas; hoy en día todavía se pueden ver los restos de la muralla árabe que protegía la ciudad.

La ciudad mantuvo estos límites medievales hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando se comenzaron a ocupar los terrenos situados a la otra orilla y comienza a modificarse su posición respecto al río, hasta entonces coincidente con su dirección dominante y que constituye su límite sur, iniciándose a partir de este siglo una forma de ensanche que terminará por integrarlo en la ciudad y alterar la estructura interior de esta parte antigua. En este momento la ciudad se abre superando los límites tradicionales de la urbe medieval, siendo de gran trascendencia para el futuro de Murcia el encauzamiento del río Segura a su paso por la ciudad.

Durante el siglo XIX la ciudad de Murcia experimentó un gran desarrollo y creció al otro lado del río. En el siglo XX se produce la apertura de la Gran Vía de Salzillo, actualmente avenida principal de la ciudad, y el desarrollo de los ensanches y barrios periféricos, en torno a las salidas hacia Madrid y Barcelona. El crecimiento en polígonos se localiza fundamentalmente en el E de la ciudad. Al O la trama urbana es confusa, a lo largo de la carretera de Madrid hacia el Espinardo se mezcla la trama de las antiguas huertas con los nuevos polígonos.


4. Todos los datos que consideres interesantes.

Como conclusión, el desarrollo de la ciudad de Murcia se ha visto influenciado tanto por su relieve, es decir, por encontrarse en el centro de una vega rodeada de pequeñas sierras, lo que ha afectado incluso a su clima, que es un pequeño horno en verano, como por su ubicación, entre el río Segura y la huerta de Murcia, elementos físicos con los que ha tenido que convivir y que han influido decisivamente en su desarrollo urbanístico. Además de estos elementos físicos, encontramos también con un elemento histórico, la estructura irregular medieval sobre la que la ciudad se ha construido, que ha influido en el desarrollo urbanístico posterior de la ciudad.

Por último, el centro histórico de la ciudad de Murcia ha desarrollado en las últimas décadas del siglo XX una importante renovación de la edificación y del espacio público, especialmente durante la primera etapa autonómica. Esta apuesta de renovación ha permitido que Murcia haya mantenido su centro urbano como espacio relevante, así como, ofrecer una imagen de capitalidad renovada, a partir del mantenimiento, la conservación y restauración de las edificaciones históricas más relevantes, la transformación de sus espacios públicos urbanos más representativos, la peatonalización de las calles más representativas, como Trapería y Platería, y la incorporación de nuevas edificaciones significativas.


Bibliografía

https://eblancooliva.com/2016/11/28/murcia-segun-catastro-a-1-1-2015-por-tamano-y-fecha/



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LO PEQUEÑO ES HERMOSO. ERNST FRIEDRICH SCHUMACHER.


Introducción y contextualización: Ernst Friedrich Schumacher (1911–1977) fue un intelectual y economista alemán que tuvo una influencia a nivel internacional. Trabajó como Chief Economic Advisor para la National Coal Board de Gran Bretaña durante dos décadas. Sus ideas se volvieron muy conocidas en la mayor parte del mundo angloparlante durante la década de los setenta. Es bien conocido por sus críticas a los sistemas económicos de Occidente y por su propuesta por una tecnología descentralizada.


Schumacher nació en Bonn, Alemania, en 1911. Su padre era un profesor de economía política. El joven Schumacher estudio en Bonn y en Berlín, luego partió a estudiar a Inglaterra como un estudiante de “Rhodes Scholar” en “Oxford” en la década de los 30, y después fue a la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, logrando un diploma en economía. Se convirtió en economista, pero se dedicó al estudio de varias disciplinas en lo que hoy se denominarían estudios interdisciplinares. En 1966 fundó el “Intermediate Technology Development Group” (Grupo de desarrollo de tecnología intermedia), conocido ahora como Practical Action (Soluciones Prácticas para sus operaciones en Latinoamérica y el Caribe).

Su obra “Lo pequeño es hermoso” está entre los 100 libros más influyentes publicados desde la Segunda Guerra Mundial. El libro fue rápidamente traducido a varios idiomas y reportó a Schumacher fama internacional, tras la cual fue invitado a muchas conferencias internacionales y a universidades para dar charlas y responder consultas.

Schumacher escribe esta obra a finales de los años sesenta, cuando ya se empezaba a atisbar en el horizonte que la sociedad capitalista y consumista que se había creado no  podría tener un futuro halagüeño a largo plazo, por una parte como consecuencia de la utilización exagerada de los medios de energía naturales, que no son eternos y, por otra parte, por el reiterado error de concebir el consumo como el  objetivo principal de la actividad económica, por encima de otros objetivos más altos, como conseguir la mejora de la vida del ser humano.

Resumen de las ideas fundamentales: En “Lo pequeño es hermoso”, Schumacher expone sus ideas, muy críticas por cierto, sobre la economía capitalista, cuyas primeras consecuencias ya se empezaban a sufrir, y de cómo se deberían reorientas sus objetivos, con el fin de ponerla al servicio del ser humano. Se trata de llevar a cabo un uso adecuado de los recursos naturales, definiendo los objetivos a alcanzar, que no pueden servir para empobrecer al ser humano en pos de unos objetivos que no dejan de crecer.

Schumacher enumera varios problemas relacionados con la economía capitalista:

Lo primero que plantea Schumacher es la creencia que existe de que el problema de la producción está solucionado, cuando en realidad no es así. Esta creencia, según Schumacher, procede de la actitud del hombre occidental hacia la naturaleza, una actitud por la que el hombre no se siente parte de la naturaleza, sino que se cree un ser externo a ella cuya misión es dominarla y conquistarla. La progresiva occidentalización del mundo está haciendo que esta actitud, minoritaria a principios del siglo xx en Oriente, se esté extendiendo a todos los países del mundo de forma exponencial.

Los asombrosos inventos, tanto científicos como técnicos, que han ido apareciendo en los últimos siglos han hecho crecer en el hombre occidental la idea de que todo se está haciendo bien, cuando realmente no es así. El consumo descontrolado del “capital natural”, es decir, de la naturaleza, está poniendo en peligro el presente y el futuro de la humanidad.

Schumacher también plantea como un problema la creencia que existe en el hombre occidental de que la prosperidad económica es el principal fundamento para mantener la paz. Según esta teoría, los países más ricos son los que más disfrutan de la paz, pero aunque esto tampoco es así, se ha extendido la creencia de que la continua carrera hacia la consecución del siguiente objetivo es la mejor forma de conseguir la seguridad.

Respecto al papel de la economía, el autor está convencido de que es necesario que los economistas participen de una forma más activa en la sociedad, emitiendo juicios sobre las consecuencias futuras de las políticas económicas de cada etapa histórica.

El mercado, para Schumacher representa solamente la superficie de la sociedad, pero sin profundizar en la esencia de las cosas y en las circunstancias que hay detrás de ellas.

Sin embargo, una economía que fraternice con la naturaleza es posible y el budismo lo ha demostrado: “El punto de vista budista considera la función del trabajo por lo menos en tres aspectos: dar al hombre una posibilidad de utilizar y desarrollar sus facultades; ayudarle a liberarse de su egocentrismo, uniéndolo a otras personas en una tarea común, y producir los bienes y servicios necesarios para la vida”.

Por lo tanto, para el budismo el fin de la economía no debe ser conseguir el mayor beneficio, sino mejorar la vida de las personas: “Si un hombre no tiene la oportunidad de obtener un trabajo se encuentra en una situación desesperante, no simplemente porque carece de un ingreso, sino porque carece de este factor de trabajo disciplinado que nutre y aviva y que nada puede reemplazar”.

Sin embargo, esta forma de entender la economía no es  comprensible para el economista moderno, ya que su forma de medir el nivel de vida está relacionada con el consumo anual, llegando a creer firmemente que el ser humano que más consume es el que disfruta de mejores condiciones de vida, cuando esto no es realmente así.

Le economía moderna considera el consumo como su único fin, siendo sus medios los factores de producción, es decir, la tierra, el trabajo y el capital. Sin embargo, para la economía budista el objetivo principal debe ser satisfacer las necesidades del ser humano, siendo el consumo un medio para conseguirlo, pero nunca el consumo debe ser el objetivo. El objetivo debe ser siempre la mejora de la vida del ser humano.

Uno de los problemas que detecta el autor es la idea existente, principalmente en la sociedad occidental, de que a mayor tamaño mayor prosperidad económica, lo que ha dado lugar al crecimiento desmesurado de compañías e industrias. Aunque en la realidad las pequeñas empresas han sido altamente prósperas durante años, existe una tendencia al crecimiento exagerado. Sin embargo, paradójicamente, dentro de estas grandes empresas se tiende a crear lo pequeño dentro de lo grande, a la especialización.

Schumacher se pregunta continuamente en la obra por los objetivos a los que debe aspirar la economía, unos objetivos que nada tienen que ver con los que él conoce, donde la terminología macroeconómica lo inunda todo, sin pensar en el ser humano. Por ello, propone una sociedad más pequeña, en la que los términos macroeconómicos no tengan lugar y en la que el objetivo principal de la economía sea atender las necesidades del ser humano y del lugar donde habita: “¿Cuál es el significado de democracia, libertad, dignidad humana, nivel de vida, realización personal, plena satisfacción? ¿Es ése un asunto de mercancías o de gente? Por supuesto es un asunto de gente. Pero la gente sólo puede ser realmente gente en grupos suficientemente pequeños. Por lo tanto, debemos aprender a pensar en términos de una estructura articulada que pueda dar cabida a una variada multiplicidad de unidades de pequeña escala. Si el pensamiento económico no puede comprender esto es completamente inútil. Si no puede situarse por encima de sus vastas abstracciones, tales como el ingreso nacional, la tasa de crecimiento, la relación capital/producto, el análisis input-output, la movilidad de la mano de obra y la acumulación de capital; si no puede alzarse por encima de todo esto y tomar contacto con una realidad humana de pobreza, frustración, alienación, desesperación, desmoralización, delincuencia, escapismo, tensión, aglomeración, deformidad y muerte espiritual, dejemos de lado la economía y comencemos de nuevo”.

Como solución para solucionar estos problemas que nos hacen tener una idea equivocada de los medios a emplear y de los objetivos a conseguir, Schumacher plantea varios recursos, entre ellos el más importante es la educación, una educación adecuada que forme a las nuevas generaciones en hábitos de conservación de la naturaleza y de  preocupación por conseguir la felicidad del ser humano, por encima del consumo.

El segundo recurso propuesto por el autor es el uso apropiado de la tierra y, más concretamente, de la naturaleza que nos rodea que, al fin y al cabo, es el lugar donde vivimos y que influye necesariamente en nuestra felicidad.

Se queja el autor del uso y abuso de las fuentes de energía naturales, que se terminarán agotando más pronto que tarde, lo que tendría una influencia nefasta en el planeta.

Finalmente, Schumacher plantea la situación del tercer mundo, donde la moderna tecnología no ha sido capaz de sacar de la pobreza a sus habitantes, sino al contrario, los hábitos consumistas occidentales no han hecho sino empeorar su situación.

Conclusiones: En definitiva, Schumacher plantea en la obra una serie de reflexiones sobre el deterioro de la naturaleza, de los valores humanos, del tiempo que dedican los obreros al trabajo y al ocio, de la marginación social, de la pobreza…

Para Schumacher la ciencia económica, por estar al servicio del ser humano, debe servir para mejorar las condiciones de vida de la humanidad y de la conservación del entorno donde habita, la naturaleza. El consumo, por lo tanto, no puede ser el objetivo principal de la actividad económica, sino únicamente un medio, mientras que los objetivos reales deben ser: la atención a los problemas de todos los seres humanos, de que dispongan de un trabajo adecuado, de que disfruten de un tiempo de ocio suficiente, de que vivan en condiciones medianamente humanas…

La educación es una de los recursos que propone el autor y muy posiblemente sea el más acertado, aunque la tendencia actual no presagia nada bueno. No obstante, todavía hay tiempo y cosas que podemos hacer: “En todas partes la gente pregunta: «¿Qué es lo que puedo hacer?». La respuesta es tan simple como desconcertante: nosotros, cada uno de nosotros, podemos trabajar para poner en orden nuestra propia casa. La orientación que necesitamos para este trabajo no puede encontrarse en la ciencia ni en la tecnología, cuyo valor depende en última instancia de los fines a los que sirven; pero puede todavía hallarse en la sabiduría tradicional de la humanidad”.

Bibliografía

Schumacher, Ernst Friedrich. Lo pequeño es hermoso. Madrid: Editorial Akal, 1973.



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