En
“Pequeña historia de la fotografía” Benjamin plantea en primer lugar que, tras
unos inicios en los que se produce un desarrollo acelerado, no se ha prestado
atención a la historia de la fotografía.
La
primera relación de la fotografía y el arte aparece en la pintura. Algunos pintores utilizaron las fotografías como medios
auxiliares para realizar su trabajo. En ocasiones realizaban sus pinturas
tomando como modelo postales (Utrillo) y en otras tomando como modelo
fotografías que ellos mismos habían realizado (Hill).
Para
Benjamin la fotografía tiene algo especial que no tiene la pintura: “La naturaleza que habla a la cámara es
distinta de la que habla a los ojos”. En la fotografía nos sale al
encuentro siempre algo nuevo y especial, una mirada perdida…, ese instante que
los impresionistas quisieron captar emulando la instantaneidad de la
fotografía.
Las
pinturas de paisajes y los retratos en miniatura fueron las víctimas
propiciatorias de la fotografía en estos primeros años, lo que produjo que
muchos retratistas de miniaturas se convirtieran en fotógrafos profesionales.
Sin embargo, cuando los comerciantes se precipitaron sobre los fotógrafos
profesionales y se generalizó el uso del retoque del negativo, el gusto fotográfico
decayó significativamente.
La
relación de la pintura con la fotografía también se produce a la inversa cuando
los fotógrafos fotografían obras de arte pictóricas, lo que está ocurriendo en
la actualidad.
La
fotografía está supliendo en los últimos años a la pintura, tal como lo definió
Wiertz: “Hace algunos años nació una
máquina, gloria de nuestra época, que día tras día constituye pasmo para
nuestro pensamiento y terror para nuestros ojos. Antes de que haya pasado un
siglo será esta máquina el pincel, la paleta, los colores, la destreza, la
agilidad, la experiencia, la paciencia, la precisión, el tinte, el esmalte, el
modelo...”.
Pero el
arte no es reproducción de la realidad, como acertaría a decir diría
Baudelaire: “En estos días deplorables se
ha producido una nueva industria que ha contribuido no poco a confirmar la
estupidez por su fe... en que el arte es y no puede ser más que la reproducción
exacta de la naturaleza...”.
Por lo
tanto, en opinión de Benjamin, es necesario mirar hacia atrás y recuperar el
arte en la fotografía y el propio arte pictórico, evitando copiar la realidad,
utilizando la imaginación: “En la
reverberación de estas chispas emergen las primeras fotografías, tan bellas,
tan intangibles, desde la oscuridad de los días de nuestros abuelos”.
Bibliografía
Benjamin, Walter. Pequeña historia de la
fotografía. Madrid: Casimiro Libros, 2014.
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