IDENTIFICACIÓN.
El texto corresponde a la IIIª carta remitida por Luis XIV a Michel Jean Amelot, embajador de Francia en España entre 1705 y 1709, durante el reinado de Felipe V. Se trata, por lo tanto, de un texto de género epistolar escrito por Luis XIV en Versalles el 14 de junio de 1705.
DESCRIPCIÓN.
En esta carta, Luis XIV da
instrucciones a su embajador sobre la nueva forma de despachar y la elección de
un secretario que se encargue de las cuestiones de la guerra.
Luis XIV se muestra de acuerdo
con su embajador en que el Rey Católico debería aceptar la solicitud realizada
por el duque de Montalto y el conde de Monterrey de retirarse del despacho,
siempre que el marqués de Mansera y el duque de Montellano estuvieran
dispuestos a continuar en el mismo, ya que, según la opinión de ambos, “sería
muy embarazoso que el Consejo del Rey Católico se encontrara de repente sin
españoles si los otros dos ministros que asisten al despacho siguieran este
ejemplo”. Luis XIV hace mucho hincapié a su embajador de que el Rey Católico no
puede aceptar la retirada del duque de Montalto y del conde de Monterrey, si no
se asegura la continuidad en el despacho de, al menos, el marqués de Mansera.
De asegurarse esta continuidad, el Rey Católico debe aceptar, sin
resentimientos, la retirada de ambos.
Luis XIV continúa la carta
informando a su embajador del aviso de la princesa de Ursinos, en el sentido de
que, una vez que han solicitado su retirada del despacho, no resulta
conveniente volver a llamarles para dicho despacho, debiendo esperar a la
vuelta a Madrid de la princesa para tomar una decisión sobre este asunto. Sin
embargo, respecto de la elección del secretario para las cuestiones de la
guerra, la princesa de Ursinos cree que este asunto no se debe demorar hasta su
vuelta a Madrid, por tratarse de una cuestión que debe ser resuelta cuanto
antes. La princesa cree “que no hay que seguir pensando en don Francisco
Ronquillo” para desempeñar este cargo, ya que no es tan importante la capacidad
de la persona que se elija, como su docilidad, su sometimiento a las órdenes
del rey Católico, su fidelidad y su capacidad para el secreto. La princesa
opina que el marqués de Canales hubiera sido una buena elección, por tener
estas cualidades, no obstante, lo importante es que “la persona sea fiel,
sumisa y capaz de mantener el secreto”, por lo que Luis XIV pide a su embajador
que proponga a su nieto las personas que reúnan estas cualidades para que éste decida
entre ellas.
Luis XIV informa a su embajador
que ha tenido en cuenta su consejo de restituir en el puesto de mayor de
guardias a don Juan Idiáquez, aunque le hace ver que no le ha parecido bien la
forma en que se ha hecho, ya que, en su opinión, no se debe prestar atención a
las demandas realizadas de forma común por los diferentes cuerpos, ya que ello
es contrario a la necesaria disciplina que se debe mantener. El rey francés
recuerda a su embajador que los Grandes de España han manifestado siempre su
oposición al establecimiento de las compañías de guardias, más por interés
personal y su propia tranquilidad que por tener vínculos secretos con los
enemigos.
El rey francés pide a su embajador
que le haga llegar su opinión sobre el duque de Montellano, ya que ha recibido
sobre él diferentes opiniones: sospechas, en el caso del mariscal de Tessé, y
confianzas, en el caso del duque de Grammont.
Luis XIV se congratula de la
opinión que tiene su embajador sobre las cualidades de su nieto y espera que
“los negocios y la experiencia corrijan su timidez”. También hace llegar a su
embajador su satisfacción por la confianza que su nieto y la reina han
depositado en él, como por el trabajo que éste está desarrollando en España.
Por último, Luis XIV pide a su
embajador que informe a los reyes de la llegada de la princesa de Ursinos, así
como que les traslade la tierna amistad que siente hacia ellos.
CONTEXTO HISTÓRICO.
Tras la muerte de José Fernando de Austria, Carlos
II tenía que elegir su sucesor entre la casa de los Austrias, representada por
el archiduque Carlos, o la casa de los Borbones, representada por Felipe de
Anjou. Finalmente, influido por el cardenal Portocarrero y, posiblemente, para
evitar que España continuase perdiendo territorios en favor de Francia, Carlos
II redactó un último testamento en el que se decantó por el nieto de Luis XIV,
que pasaría a convertirse en rey de España.
Como consecuencia de ello, en 1701 se formó una
Gran Alianza europea, formada por Inglaterra, Países Bajos y Austria, a la que
más tarde se unirían Portugal y Saboya, declarando finalmente la guerra a
Francia y España en mayo de 1702.
Es en este contexto histórico, durante los primeros
años de reinado de Felipe V y de guerra de todos contra Francia y España,
cuando tiene lugar la correspondencia entre Luis XIV y Amelot, su embajador en
España.
ANÁLISIS.
Luis XIV, a través de la
correspondencia que mantiene con Amelot, embajador de Francia en España, está
informado de todo lo que ocurre en la corte castellana.
Pero Luis XIV no solo se mantiene
informado, sino que influye, a través de personas de su confianza,
principalmente su embajador, en las decisiones de su nieto, el Rey Católico, y,
por lo tanto, en la política española.
Luis XIV, conocedor de las antipatías que existían
entre los Grandes de España hacia su país, se muestra siempre prudente,
aconsejando, por ejemplo, a su embajador y a su nieto que mantengan siempre
españoles en el Consejo del Rey Católico.
Luis XIV aconseja a su nieto
sobre lo que debe hacer respecto de la solicitud realizada por el duque de
Montalto y el conde de Monterrey de retirarse del despacho, así como de la
persona que debe nombrar como secretario encargado de las cuestiones de la
guerra. Además, advierte a su embajador que las compañías de guardias no son
del agrado de los Grandes de España, por lo que deberá ser cauto y prudente al
respecto.
CONCLUSIÓN.
La lectura de esta carta demuestra, sin lugar a
dudas, la gran influencia que llegó a ejercer Luis XIV sobre su nieto y, como
consecuencia, sobre la propia corte castellana, dando instrucciones sobre la
forma de despachar o sobre la elección de un secretario para las cuestiones de
la guerra. Hay que tener en cuenta que Felipe V poseía derechos dinásticos
sobre la monarquía francesa, por lo que, de alguna manera, Luis XIV estaba asesorando
y enseñando a su nieto en las labores monárquicas.
Por otra parte, a partir de la apertura del
testamento de Carlos II y la elección como rey de España de Felipe de Anjou,
Francia y España no sólo quedaban emparentadas, sino que quedaron en una
situación de soledad ante el resto de potencias europeas que formaron contra
ellas la Gran Alianza. Por este motivo, Luis XIV debía adoctrinar a su nieto y
estar vigilante ante los pasos de los partidarios de los Austrias en España, para
evitar que éstos pudieran influir, o incluso derrocar, al Rey Católico.
Por lo tanto, hay que ver la influencia francesa en
el reinado de Felipe V desde dos perspectivas: por una parte, la cuestión
personal, por la que Luis XIV hace lo posible para que su nieto sea un gran
rey; y, por otra parte, la cuestión política, por la que Luis XIV intenta
evitar el acceso de los pro-Austrias, sus enemigos, a la corte castellana, manteniendo
en su lugar a personas de su confianza. La historia y, de alguna manera, el
azar hicieron coincidir los intereses de Francia y España.
Bibliografía
Floristán,
Alfredo. Historia de España en la Edad Moderna. Barcelona: Ariel, 2011.
Iñurritegui,
José Mª y Viejo, Julen. «Correspondencia de Luis XIV con M. Amelot, su
embajador en España. 1705-1709.» Universidad de Alicante, 2012: 205-211.
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