INTRODUCCIÓN:
El
concepto del conocimiento, del conocimiento que se deduce de los sentidos es
fundamental en la filosofía de Locke, porque a partir de esta idea cimenta todo
su pensamiento filosófico. Para Locke, empirista por excelencia, el
conocimiento de los sentidos es la única forma de llegar al verdadero
conocimiento de la realidad: “La noción
que a través de los sentidos adquirimos de las cosas exteriores, aunque no sea
tan cierta como nuestro conocimiento intuitivo, merece el nombre de
conocimiento”. Locke llega incluso a poner como límite del conocimiento del
ser humano su experiencia sensorial: “Ningún
conocimiento humano puede ir más allá de su experiencia”. Nada hay fuera
del conocimiento de los sentidos, de la experiencia.
Antes de comenzar esta exposición es relevante señalar que John Locke (1632-1704), es uno de los máximos representantes del empirismo inglés, que destacó especialmente por sus estudios de filosofía política. Este hombre polifacético estudió en la Universidad de Oxford, en donde se doctoró en 1658. Estudió en el Christ Church College de Oxford donde recibió una formación escolástica e inició la carrera eclesiástica que abandonaría más tarde. Las lecturas de Descartes y de Bacon le sacarán de esta cosmovisión, inculcándole la necesidad de sistematizar una nueva filosofía. Finalmente, completó sus estudios en Medicina, Química, Física y Ciencias Naturales. Será acusado de alta traición por promover rebeliones contra el poder real y terminará siendo destituido de todos los cargos que tenía en la Universidad de Oxford. Obligado a vivir en clandestinidad, durante su estancia en Holanda, publicará su famosa Carta sobre la tolerancia (1685) en la que defenderá la distinción y separación real entre el poder civil y el eclesiástico, propugnando la libertad de conciencia. Locke no regresará a Inglaterra hasta 1688, el año de la Glorious Revolution. Precisamente el filósofo inglés se convertirá en el máximo defensor teórico del nuevo modelo de gobierno gracias a sus Dos tratados sobre el gobierno civil, en los que pretende asegurar la inviolabilidad de los derechos individuales. Son estos los últimos años del filósofo en los que encontrarnos las obras más importantes de su pensamiento: Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), donde examina el origen, la certeza y los límites del conocimiento humano; dos tratados sobre el gobierno civil (1690), exposición de las principales líneas del constitucionalismo liberal; Carta sobre la tolerancia (1685), separación entre Estado e Iglesia y la libertad de las conciencias; Pensamientos sobre la educación (1693) y La razonabilidad del cristianismo (1695).
Antes de comenzar esta exposición es relevante señalar que John Locke (1632-1704), es uno de los máximos representantes del empirismo inglés, que destacó especialmente por sus estudios de filosofía política. Este hombre polifacético estudió en la Universidad de Oxford, en donde se doctoró en 1658. Estudió en el Christ Church College de Oxford donde recibió una formación escolástica e inició la carrera eclesiástica que abandonaría más tarde. Las lecturas de Descartes y de Bacon le sacarán de esta cosmovisión, inculcándole la necesidad de sistematizar una nueva filosofía. Finalmente, completó sus estudios en Medicina, Química, Física y Ciencias Naturales. Será acusado de alta traición por promover rebeliones contra el poder real y terminará siendo destituido de todos los cargos que tenía en la Universidad de Oxford. Obligado a vivir en clandestinidad, durante su estancia en Holanda, publicará su famosa Carta sobre la tolerancia (1685) en la que defenderá la distinción y separación real entre el poder civil y el eclesiástico, propugnando la libertad de conciencia. Locke no regresará a Inglaterra hasta 1688, el año de la Glorious Revolution. Precisamente el filósofo inglés se convertirá en el máximo defensor teórico del nuevo modelo de gobierno gracias a sus Dos tratados sobre el gobierno civil, en los que pretende asegurar la inviolabilidad de los derechos individuales. Son estos los últimos años del filósofo en los que encontrarnos las obras más importantes de su pensamiento: Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), donde examina el origen, la certeza y los límites del conocimiento humano; dos tratados sobre el gobierno civil (1690), exposición de las principales líneas del constitucionalismo liberal; Carta sobre la tolerancia (1685), separación entre Estado e Iglesia y la libertad de las conciencias; Pensamientos sobre la educación (1693) y La razonabilidad del cristianismo (1695).
EL
PUNTO DE PARTIDA: LAS IDEAS NO ESTÁN EN NOSOTROS.
Locke critica
el racionalismo de Descartes y, en primer lugar, lo hará porque para él, al
contrario que para los racionalistas, no existen las ideas innatas, es decir, hace
una crítica del innatismo y por este camino llegará a la conclusión de que las
ideas no se encuentran en nuestra mente, no existen en nosotros, sino que
existen fuera de nosotros, que las aprendemos y las conocemos mediante los
sentidos y las experiencias que vamos acumulando durante nuestra vida.
La teoría
del conocimiento de Locke está recogida en su obra cumbre el Ensayo sobre el entendimiento humano
(1690), que está dividida en cuatro libros:
Libro
I. De las nociones innatas: establece una crítica importante al innatismo.
Libro
II. De las ideas: estudia el origen de las ideas, las clasifica en simples y
compuestas, y fundamenta el principio gnoseológico del empirismo.
Libro
III. De las palabras: relaciones entre lenguaje e ideas.
Libro
IV. Del conocimiento: clasificación de los grados de conocimiento.
Locke inicia
por tanto su pensamiento haciendo una crítica del innatismo: “La forma en que nosotros adquirimos
cualquier conocimiento es suficiente para probar que éste no es innato” (Locke,
1690, pag.21).
A
continuación, Locke se pregunta sobre el origen de las ideas. Los empiristas
coincidían con los racionalistas en que el objeto del conocimiento no son las
cosas, sino las ideas que tenemos de ellas, sin embargo se diferenciaban en que
para los racionalistas el origen de las ideas está en nuestra mente, es decir, las
ideas son innatas (innatismo), mientras que para los empiristas, el origen de
las ideas está en las propias cosas, es decir, las ideas son conocidas mediante
los sentidos (sensismo): “El asentimiento
que se otorga a las supuestas verdades innatas, no depende de su innatismo. Un
niño no sabe que tres más cuatro son igual a siete hasta que puede contar hasta
siete y posee el nombre y la idea de igualdad, y sólo entonces, cuando se les
explican esas palabras, admite aquella proposición o, mejor dicho, percibe su
verdad” (Locke, 1690, pag.29).
Por lo
tanto, si las ideas no son innatas, los principios tampoco lo son: “Los principios no podrían ser innatos a
menos que también lo fueran sus ideas. Si los que se empeñan en persuadirnos de
que hay principios innatos no los hubieran tomado en conjunto, sino que
hubiesen considerado por separado las partes de que están compuestas esas
proposiciones, tal vez no habrían creído tan a la ligera que tales nociones son
realmente innatas” (Locke, 1690, pag.60).
Para
conocer cuál es el origen de las ideas y refutar el innatismo de las ideas que
defendían los racionalistas (representacionismo), Locke acude a dos principios
básicos de la metafísica:
1. El principio
de identidad: lo que es, es: “Cuando
vemos una cosa en un lugar determinado, durante un instante de tiempo, tenemos
la certeza, sea la cosa que fuere, de que es la misma cosa que vemos, y no
otra, que al mismo tiempo exista en otro lugar” (Locke, 1690, pag.311).
2. El principio
de no contradicción: es imposible para la misma cosa ser y no ser. “Que dos cuerpos no pueden ocupar un mismo lugar
en el espacio, es una verdad que nadie podrá objetar, lo mismo que el principio
de que es imposible que una misma cosa sea y no sea a la vez, que lo blanco no
es negro, que un cuadrado no es un círculo, que lo amargo no es dulce” (Locke, 1690,
pag.31).
LA
SOLUCIÓN: LAS IDEAS ESTÁN EN LAS COSAS.
Locke
distingue dos fuentes con las que la experiencia abastece de ideas al
entendimiento humano:
Las
sensaciones externas que son aquellas ideas que proceden de los
datos suministrados por los sentidos (colores, sabores, olores, sonidos,
formas, etc.).
Las
sensaciones internas que son las percepciones de las operaciones de
nuestra mente, dentro de nosotros y aplicadas a las ideas que alcanza por los
sentidos (pensar, desear, razonar, etc.). Estas sensaciones internas o
reflexiones proporcionan a la mente su material de trabajo: es decir, las
ideas. Locke denominará a estas ideas: ideas simples.
La
mente es totalmente pasiva en la recepción de todas las ideas simples si bien,
a partir de ellas, es capaz de elaborar un nuevo material, las ideas
complejas, que surgen de la combinación, unión y separación de las
distintas ideas simples.
Las
ideas complejas, según Locke, se pueden dividir en:
Sustancia: Es
una idea compleja que se compone de una serie de cualidades o ideas simples.
Modos: Son
ideas compuestas producto de las combinaciones de las mismas ideas simples y,
por consiguiente, no subsisten por sí mismas.
Relaciones: Se
trata de ideas que no tienen realidad extra-mental y que surgen como
consecuencia de la comparación entre ellas.
Locke
distingue las ideas de las cualidades:
Las ideas
son las percepciones de las cosas en nuestra mente y las cualidades, que están
en los cuerpos, consisten precisamente en la causa de nuestra percepción.
Dentro
de las cualidades, Locke distingue entre:
Cualidades
primarias de una sustancia como, por ejemplo, una mesa serían las
referidas a su extensión, figura, forma, movimiento o reposo y número, por
tanto, cualidades objetivas o también denominadas originarias, que necesitan de
un sustrato o soporte que les sirva de base. Ahora bien, ese sustrato que es la
sustancia resulta ser desdibujada e incognoscible en la filosofía empirista de
Locke.
Cualidades
secundarias tratarían del aspecto subjetivo de la
sustancia. En el ejemplo de la mesa, serían las notas referidas a su color,
rugosidad, olor, etc. que, sin
pertenecer al cuerpo investigado, despertaría en nosotros la posibilidad de
sentirlo de un modo completamente individual: “Hay cualidades tales que en verdad no son nada en los objetos mismos,
sino poderes de producir en nosotros diversas sensaciones por medio de sus
cualidades primarias, es decir, por el bulto, la forma, la textura y el
movimiento de sus partes insensibles, como son colores, sonidos, gustos, etc.”
(Locke,
1690, pag.113-114).
Por lo
tanto, las cualidades están en las cosas, pero nuestro entendimiento las conoce
de forma clara y distinta: “Aun cuando
las cualidades que afectan a nuestros sentidos están en las cosas mismas tan
unidas y mezcladas que no hay separación o distancia entre ellas, con todo, es
llano que las ideas que esas cualidades producen en la mente le llegan, por vía
de los sentidos, simples y sin mezcla.” (Locke, 1690, pag.97-98).
Descartes
ya se planteaba el problema de la existencia de la realidad, pero Locke nunca
llegó a dudar de la existencia de la realidad. Sin embargo, sí que rechaza la
objetividad de las cualidades secundarias.
Por
otro lado, la misma noción de idea, entendida como representación, implica que
tiene que existir una realidad de la cual la idea sea siempre una
representación o imagen.
Locke
distinguió tres grandes ámbitos o niveles de conocimiento en los
que podemos encontrar un paralelismo con las tres sustancias cartesianas (res
cogitans, res extensa, res infinita):
De la
existencia del yo tenemos certeza intuitiva: un conocimiento claro
y seguro que alcanza la mente humana sin ningún proceso mediador. Admite el
cogito, ergo sum cartesiano (res cogitans cartesiana).
De la
existencia de los cuerpos tenemos certeza sensitiva: un
conocimiento de los cuerpos que viene atestiguado por las sensaciones que son
producidas por ellos (res extensa cartesiana).
De la
existencia de Dios tenemos certeza demostrativa: la
existencia de Dios puede demostrarse utilizando el principio de causalidad,
Dios es la causa última de nuestra existencia (res infinita cartesiana).
CONCLUSIÓN:
Podríamos
decir que Locke es un filósofo empirista que rompe con la forma de conocimiento
racionalista y plantea una nueva forma de conocimiento mediante los sentidos,
mediante la experiencia, que se alimenta de las reflexiones del ser humano.
Para Locke no existen las ideas innatas, no están en nosotros, sino que provienen
de los sentidos o de la reflexión: “Todas
las ideas vienen de la sensación o de la reflexión.” (Locke, 1690,
pag.83).
Lo que
significa que cuando nacemos la mente humana es un papel en blanco en el que los
sentidos van escribiendo lo que el ser humano va experimentando y las
reflexiones que realiza a lo largo de su vida: “Supongamos, entonces, que la mente sea, como se dice, un papel en
blanco, limpio de toda inscripción, sin ninguna idea. ¿Cómo llega a tenerlas? ¿De
dónde se hace la mente con ese prodigioso cúmulo, que la activa e ilimitada
imaginación del hombre ha pintado en ella, en una variedad casi infinita?” (Locke,
1690, pag.83).
Locke
parte de los sentidos para llegar al conocimiento y, como Descartes, lo hará siguiendo un
método, pero para él la experiencia es el origen y también el límite de nuestro
conocimiento, lo que significa que no podemos conocer el ser de las cosas sino
solo aquello que nos muestran los sentidos y lo que podemos reflexionar sobre
ello: “Las observaciones que hacemos
acerca de los objetos sensibles externos o acerca de las operaciones internas
de nuestra mente, que percibimos, y sobre las cuales reflexionamos nosotros
mismos, es lo que provee a nuestro entendimiento de todos los materiales del
pensar. Estas son las dos fuentes del conocimiento de donde dimanan todas las
ideas que tenemos o que podamos naturalmente tener” (Locke, 1690, pag.83).
Locke
llegará a confesar que sólo ha podido encontrar estas dos formas de
conocimiento (sentidos y reflexión), del todo insuficientes para conocer el ser
de las cosas: “No puedo sino confesar
aquí, una vez más, que las sensaciones externas e internas son las únicas vías
de paso del conocimiento al entendimiento que puedo encontrar. Hasta dónde
puedo descubrir éstas son las únicas claraboyas por las que la luz se introduce
en este cuarto oscuro” (Locke, 1690, pag.142).
Para
llegar al conocimiento, Locke viaja desde el solipsismo cartesiano hasta el sensismo
empirista, pero al llegar al final del camino se da cuenta de que, en la
mayoría de las ocasiones los sentidos y la reflexión no son suficientes para
llegar a conocer el ser de las cosas, el conocimiento, la verdad.
Sin
duda, las dos claraboyas que introduce Locke en el cuarto oscuro del
conocimiento (los sentidos y la reflexión interior) permiten ver parte de la
realidad, pero Locke, como Descartes, se dio cuenta de que las apariencias, en
muchas ocasiones, nos engañan.
Bibliografía
Locke, J. (1690). Ensayo sobre el entendimiento humano. Mexico D.F.: Fondo de Cultura Económica.
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