martes, 22 de marzo de 2016

LOCKE, DEL CONOCIMIENTO Y DE LOS SENTIDOS

INTRODUCCIÓN:

El concepto del conocimiento, del conocimiento que se deduce de los sentidos es fundamental en la filosofía de Locke, porque a partir de esta idea cimenta todo su pensamiento filosófico. Para Locke, empirista por excelencia, el conocimiento de los sentidos es la única forma de llegar al verdadero conocimiento de la realidad: “La noción que a través de los sentidos adquirimos de las cosas exteriores, aunque no sea tan cierta como nuestro conocimiento intuitivo, merece el nombre de conocimiento”. Locke llega incluso a poner como límite del conocimiento del ser humano su experiencia sensorial: “Ningún conocimiento humano puede ir más allá de su experiencia”. Nada hay fuera del conocimiento de los sentidos, de la experiencia.



Antes de comenzar esta exposición es relevante señalar que John Locke (1632-1704), es  uno de los máximos representantes del empirismo inglés, que destacó especialmente por sus estudios de filosofía política. Este hombre polifacético estudió en la Universidad de Oxford, en donde se doctoró en 1658. Estudió en el Christ Church College de Oxford donde recibió una formación escolástica e inició la carrera eclesiástica que abandonaría más tarde. Las lecturas de Descartes y de Bacon le sacarán de esta cosmovisión, inculcándole la necesidad de sistematizar una nueva filosofía. Finalmente, completó sus estudios en Medicina, Química, Física y Ciencias Naturales. Será acusado de alta traición por promover rebeliones contra el poder real y terminará siendo destituido de todos los cargos que tenía en la Universidad de Oxford. Obligado a vivir en clandestinidad, durante su estancia en Holanda, publicará su famosa Carta sobre la tolerancia (1685) en la que defenderá la distinción y separación real entre el poder civil y el eclesiástico, propugnando la libertad de conciencia. Locke no regresará a Inglaterra hasta 1688,  el año de la Glorious Revolution. Precisamente el filósofo inglés se convertirá  en el máximo defensor teórico del nuevo modelo de gobierno gracias a sus Dos tratados sobre el gobierno civil, en los que pretende  asegurar la inviolabilidad de los derechos individuales. Son estos los últimos años del filósofo en los que encontrarnos las obras más importantes de su pensamiento: Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), donde examina el origen, la certeza y los límites del conocimiento humano; dos tratados sobre el gobierno civil (1690), exposición de las principales líneas del constitucionalismo liberal; Carta sobre la tolerancia (1685), separación entre Estado e Iglesia y la libertad de las conciencias; Pensamientos sobre la educación (1693) y La razonabilidad del cristianismo (1695).

EL PUNTO DE PARTIDA: LAS IDEAS NO ESTÁN EN NOSOTROS.

Locke critica el racionalismo de Descartes y, en primer lugar, lo hará porque para él, al contrario que para los racionalistas, no existen las ideas innatas, es decir, hace una crítica del innatismo y por este camino llegará a la conclusión de que las ideas no se encuentran en nuestra mente, no existen en nosotros, sino que existen fuera de nosotros, que las aprendemos y las conocemos mediante los sentidos y las experiencias que vamos acumulando durante nuestra vida.
La teoría del conocimiento de Locke está recogida en su obra cumbre el Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), que está dividida en cuatro libros:
Libro I. De las nociones innatas: establece una crítica importante al innatismo.
Libro II. De las ideas: estudia el origen de las ideas, las clasifica en simples y compuestas, y fundamenta el principio gnoseológico del empirismo.
Libro III. De las palabras: relaciones entre lenguaje e ideas.
Libro IV. Del conocimiento: clasificación de los grados de conocimiento.
Locke inicia por tanto su pensamiento haciendo una crítica del innatismo: “La forma en que nosotros adquirimos cualquier conocimiento es suficiente para probar que éste no es innato” (Locke, 1690, pag.21).
A continuación, Locke se pregunta sobre el origen de las ideas. Los empiristas coincidían con los racionalistas en que el objeto del conocimiento no son las cosas, sino las ideas que tenemos de ellas, sin embargo se diferenciaban en que para los racionalistas el origen de las ideas está en nuestra mente, es decir, las ideas son innatas (innatismo), mientras que para los empiristas, el origen de las ideas está en las propias cosas, es decir, las ideas son conocidas mediante los sentidos (sensismo): “El asentimiento que se otorga a las supuestas verdades innatas, no depende de su innatismo. Un niño no sabe que tres más cuatro son igual a siete hasta que puede contar hasta siete y posee el nombre y la idea de igualdad, y sólo entonces, cuando se les explican esas palabras, admite aquella proposición o, mejor dicho, percibe su verdad”  (Locke, 1690, pag.29).
Por lo tanto, si las ideas no son innatas, los principios tampoco lo son: “Los principios no podrían ser innatos a menos que también lo fueran sus ideas. Si los que se empeñan en persuadirnos de que hay principios innatos no los hubieran tomado en conjunto, sino que hubiesen considerado por separado las partes de que están compuestas esas proposiciones, tal vez no habrían creído tan a la ligera que tales nociones son realmente innatas”  (Locke, 1690, pag.60).
Para conocer cuál es el origen de las ideas y refutar el innatismo de las ideas que defendían los racionalistas (representacionismo), Locke acude a dos principios básicos de la metafísica:
1. El principio de identidad: lo que es, es: “Cuando vemos una cosa en un lugar determinado, durante un instante de tiempo, tenemos la certeza, sea la cosa que fuere, de que es la misma cosa que vemos, y no otra, que al mismo tiempo exista en otro lugar” (Locke, 1690, pag.311).
2. El principio de no contradicción: es imposible para la misma cosa ser y no ser. “Que dos cuerpos no pueden ocupar un mismo lugar en el espacio, es una verdad que nadie podrá objetar, lo mismo que el principio de que es imposible que una misma cosa sea y no sea a la vez, que lo blanco no es negro, que un cuadrado no es un círculo, que lo amargo no es dulce”  (Locke, 1690, pag.31).

LA SOLUCIÓN: LAS IDEAS ESTÁN EN LAS COSAS.

Locke distingue dos fuentes con las que la experiencia abastece de ideas al entendimiento humano:
Las sensaciones externas que son aquellas ideas que proceden de los datos suministrados por los sentidos (colores, sabores, olores, sonidos, formas, etc.).
Las sensaciones internas que son las percepciones de las operaciones de nuestra mente, dentro de nosotros y aplicadas a las ideas que alcanza por los sentidos (pensar, desear, razonar, etc.). Estas sensaciones internas o reflexiones proporcionan a la mente su material de trabajo: es decir, las ideas. Locke denominará a estas ideas: ideas simples.
La mente es totalmente pasiva en la recepción de todas las ideas simples si bien, a partir de ellas, es capaz de elaborar un nuevo material, las ideas complejas, que surgen de la combinación, unión y separación de las distintas ideas simples.
Las ideas complejas, según Locke, se pueden dividir en:
Sustancia: Es una idea compleja que se compone de una serie de cualidades o ideas simples.
Modos: Son ideas compuestas producto de las combinaciones de las mismas ideas simples y, por consiguiente, no subsisten por sí mismas.
Relaciones: Se trata de ideas que no tienen realidad extra-mental y que surgen como consecuencia de la comparación entre ellas.
Locke distingue las ideas de las cualidades:
Las ideas son las percepciones de las cosas en nuestra mente y las cualidades, que están en los cuerpos, consisten precisamente en la causa de nuestra percepción.
Dentro de las cualidades, Locke distingue entre:
Cualidades primarias de una sustancia como, por ejemplo, una mesa serían las referidas a su extensión, figura, forma, movimiento o reposo y número, por tanto, cualidades objetivas o también denominadas originarias, que necesitan de un sustrato o soporte que les sirva de base. Ahora bien, ese sustrato que es la sustancia resulta ser desdibujada e incognoscible en la filosofía empirista de Locke.
Cualidades secundarias tratarían del aspecto subjetivo de la sustancia. En el ejemplo de la mesa, serían las notas referidas a su color, rugosidad, olor, etc. que,  sin pertenecer al cuerpo investigado, despertaría en nosotros la posibilidad de sentirlo de un modo completamente individual: “Hay cualidades tales que en verdad no son nada en los objetos mismos, sino poderes de producir en nosotros diversas sensaciones por medio de sus cualidades primarias, es decir, por el bulto, la forma, la textura y el movimiento de sus partes insensibles, como son colores, sonidos, gustos, etc.”  (Locke, 1690, pag.113-114).
Por lo tanto, las cualidades están en las cosas, pero nuestro entendimiento las conoce de forma clara y distinta: “Aun cuando las cualidades que afectan a nuestros sentidos están en las cosas mismas tan unidas y mezcladas que no hay separación o distancia entre ellas, con todo, es llano que las ideas que esas cualidades producen en la mente le llegan, por vía de los sentidos, simples y sin mezcla.”  (Locke, 1690, pag.97-98).
Descartes ya se planteaba el problema de la existencia de la realidad, pero Locke nunca llegó a dudar de la existencia de la realidad. Sin embargo, sí que rechaza la objetividad de las cualidades secundarias.
Por otro lado, la misma noción de idea, entendida como representación, implica que tiene que existir una realidad de la cual la idea sea siempre una representación o imagen.
Locke distinguió tres grandes ámbitos o niveles de conocimiento en los que podemos encontrar un paralelismo con las tres sustancias cartesianas (res cogitans, res extensa, res infinita):
De la existencia del yo tenemos certeza intuitiva: un conocimiento claro y seguro que alcanza la mente humana sin ningún proceso mediador. Admite el cogito, ergo sum cartesiano (res cogitans cartesiana).
De la existencia de los cuerpos tenemos certeza sensitiva: un conocimiento de los cuerpos que viene atestiguado por las sensaciones que son producidas por ellos (res extensa cartesiana).
De la existencia de Dios tenemos certeza demostrativa: la existencia de Dios puede demostrarse utilizando el principio de causalidad, Dios es la causa última de nuestra existencia (res infinita cartesiana).

CONCLUSIÓN:

Podríamos decir que Locke es un filósofo empirista que rompe con la forma de conocimiento racionalista y plantea una nueva forma de conocimiento mediante los sentidos, mediante la experiencia, que se alimenta de las reflexiones del ser humano. Para Locke no existen las ideas innatas, no están en nosotros, sino que provienen de los sentidos o de la reflexión: “Todas las ideas vienen de la sensación o de la reflexión.”  (Locke, 1690, pag.83).
Lo que significa que cuando nacemos la mente humana es un papel en blanco en el que los sentidos van escribiendo lo que el ser humano va experimentando y las reflexiones que realiza a lo largo de su vida: “Supongamos, entonces, que la mente sea, como se dice, un papel en blanco, limpio de toda inscripción, sin ninguna idea. ¿Cómo llega a tenerlas? ¿De dónde se hace la mente con ese prodigioso cúmulo, que la activa e ilimitada imaginación del hombre ha pintado en ella, en una variedad casi infinita?” (Locke, 1690, pag.83).
Locke parte de los sentidos para llegar al conocimiento  y, como Descartes, lo hará siguiendo un método, pero para él la experiencia es el origen y también el límite de nuestro conocimiento, lo que significa que no podemos conocer el ser de las cosas sino solo aquello que nos muestran los sentidos y lo que podemos reflexionar sobre ello: “Las observaciones que hacemos acerca de los objetos sensibles externos o acerca de las operaciones internas de nuestra mente, que percibimos, y sobre las cuales reflexionamos nosotros mismos, es lo que provee a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar. Estas son las dos fuentes del conocimiento de donde dimanan todas las ideas que tenemos o que podamos naturalmente tener” (Locke, 1690, pag.83).
Locke llegará a confesar que sólo ha podido encontrar estas dos formas de conocimiento (sentidos y reflexión), del todo insuficientes para conocer el ser de las cosas: “No puedo sino confesar aquí, una vez más, que las sensaciones externas e internas son las únicas vías de paso del conocimiento al entendimiento que puedo encontrar. Hasta dónde puedo descubrir éstas son las únicas claraboyas por las que la luz se introduce en este cuarto oscuro” (Locke, 1690, pag.142).
Para llegar al conocimiento, Locke viaja desde el solipsismo cartesiano hasta el sensismo empirista, pero al llegar al final del camino se da cuenta de que, en la mayoría de las ocasiones los sentidos y la reflexión no son suficientes para llegar a conocer el ser de las cosas, el conocimiento, la verdad.
Sin duda, las dos claraboyas que introduce Locke en el cuarto oscuro del conocimiento (los sentidos y la reflexión interior) permiten ver parte de la realidad, pero Locke, como Descartes, se dio cuenta de que las apariencias, en muchas ocasiones, nos engañan.

Bibliografía

Locke, J. (1690). Ensayo sobre el entendimiento humano. Mexico D.F.: Fondo de Cultura Económica.




No hay comentarios:

Publicar un comentario